Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.

martes, 28 de abril de 2009

El galeón en su región

Hemos mencionado que, a través del sistema comercial del galeón, España tomó bajo su control una red preexistente de abasto e intercambio en la región del sudeste asiático, que desde siglos antes estaba en manos de chinos, malayos, indios y otros pueblos. En ese contexto, Filipinas cumplió un papel muy especial para articular el comercio regional con el sistema mundial. 

Debe agregarse que el galeón de Manila fue el sistema de transporte de más larga duración en la historia, por un lapso contínuo de 250 años, y también el más conspicuo ejemplo de la primera globalización económica del mundo, así como de la inserción de muy variadas y dispersas economías locales dentro de un esquema complejo de comercio y dominio políticos, en aquel entonces bajo la égida europea.

En próximas entregas trataremos de abordar este tema, que toca elementos geopolíticos, pues indica la relaciones de poder entre los comerciantes españoles en Filipinas, los comerciantes en México y en Perú, y todos ellos en disputa contra el monopolio comercial de Sevilla. El tema administrativo abarca aspectos como la subvención para mantener a Filipinas, el controvertido Situado, la regulación de las mercancías y los costos económicos de la presencia de otras potencias, como Holanda e Inglaterra, sea de manera legal o encubierta a través de los piratas.

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En ese contexto, abordaremos también una tendencia de investigación académica que se comenzó a desarrollar a partir de los años setenta del siglo pasado, orientada a identificar, primero, la inserción local-regional de ese comercio en el conjunto mundial y, segundo, a comprender los efectos locales de tal inserción (1).

Por ello, en etapas recientes se registran dos tendencias historiográficas en Asia, y específicamente en Filipinas:

a) la intención de “escapar de Manila” para estudiar a las otras regiones de Filipinas y

b) entender a Filipinas como parte de una región más vasta, el sudeste de Asia, y la dinámica que la conectaba con China y la India.


Desde su fundación en 1572, Manila se convirtió en uno de los focos del comercio, un enclave, entre China y Europa, por un lado, y entre Asia y América, por el otro, y simultáneamente de la propia región del sudeste de Asia. De tal forma, el movimiento comercial de Manila dependía de lo que comerciantes provenientes de todo el mundo traían y de su ritmo de visitas a Luzón, la mayor isla del archipiélago de las Filipinas.

Los estudios de historia regional y de historia social sobre Filipinas han generado desde los años setenta una imagen más completa de la historia y la sociedad filipinas. Se comienza a dejar atrás el enfoque dominante formulado a través de los siglos por los religiosos que hispanizaron el archipiélago. Es muy significativo que los análisis modernos de la(s) sociedad(es) filipinas hayan dejado atrás la imagen tradicional de una comunidad pasiva y retrasada, anclada en los valores cristianos (2).

Tales estudios describen una sociedad dinámica, o conjuntos de sociedades, denominadas barangánicas por ser núcleos de población más o menos autónomos: los barangay, que comparten una misma cultura en el archipiélago filipino, mismos que han cambiado constantemente a lo largo de cuatro siglos de historia registrada en respuesta a estímulos de tipo económico, demográfico y tecnológico (3).

El hecho de que Manila fuera el puesto más remoto del imperio español, se tradujo en un grave descuido de su desarrollo; donde el uso de los recursos locales se realizaba conforme a las necesidades del galeón, como madera y alimentos para las naves y la mano de obra para construirlas, sin ocuparse ni propiciar el crecimiento de una industria local. No obstante, como contraparte, al no ser una economía colonial monolítica, Filipinas mantuvo vigentes múltiples rasgos culturales originales, compartidos por cierto con sus vecinos de la rama malaya.

El gran lamento sobre la miseria económica y política de Filipinas por parte de su héroe nacional, José Rizal, quedó plasmado en sus novelas Noli Me Tangere y Filibusterismo. En ellas describe la mentalidad colonial de españoles y mexicanos en las islas.

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(1) John A. Larkin, The Place of Local History in Philippine Historiography, Journal of Southeast Asian History, No. 8, Sept. 1967. Philippine Social History, Global Trade and Local Transformation, ASAA Southeast Asia Publication Series, edited by Alfred w. McCoy and C. de Jesús. Sidney, Australia, Ateneo de Manila, University Press, 1982.

(2) Un trabajo importante es el de Onofrio D. Corpuz, The Roots of the Filipino Nation, Philippine Centennial, 1986 Edition. AKLAHI Fundation,Inc. Quezon City. Philipines. dos volúmenes.

(3) Scott William Henry, Barangay, Sixteenth-Century Philippines Culture and Society, Ateneo de Manila University Press, 1994. Anthony Reid. Southeast Asia in The Age of Commerce (1450 – 1680). Two volumes. Silkworm Books, Chiang Mai, Thailand, 1988.

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