Falta mucho por investigar acerca de la influencia musical occidental en Filipinas, país cuyos habitantes son famosos en toda Asia por su habilidad para el canto y la actuación. Habrá de seguro historiadores que descubran pronto los lazos que unían la labor misionera entre México y Filipinas, en cuanto a la música religiosa de corte barroco. Quizás en los archivos catedralicios se encuentre testimonio de maestros de capilla españoles o novohispanos que hayan viajado, a no dudarse, a realizar su trabajo musical en las islas de Oriente. Las similitudes en las prácticas evangelizadoras en América y en Filipinas hacen pensar precisamente en la intencionalidad de los misioneros para transmitir su mensaje a los indígenas a través de la música religiosa.
La musicalidad del pueblo filipino tiene sus raíces fundamentales en la confluencia de la macroregión del sudeste de Asia, donde comparte instrumentos de percusión y alientos similares a los que se utilizan en Indonesia, Malasia y Tailandia. Sin embargo, en ese contexto Flipinas aparece como un caso singular en el panorama asiático porque también se distingue la tradición española de la jota, la habanera, la mazurka, la pandereta como música tradicional de las islas. Algo que recuerda tanto a Madrid o a Guanajuato es sin duda la rondalla como costumbre de grupos estudiantiles.
Por lo pronto, cabe hacer notar la belleza del órgano que se encuentra en la población Las Piñas, al sur de Manila. Se trata de un instrumento fabricado casi en su totalidad en bambú en el siglo XIX y para el que fueron compuestas diversas obras religiosas filipinas.
En la música popular filipina se observa también una marcada influencia mexicana, no tanto de ahora, sino de poco más de doscientos años. Rafael Bernal señalaba hace medio siglo que "la música popular moderna mexicana, sobre todo el mariachi, está de moda en Filipinas y por todos lados se escucha. Pero en Zamboanga, en idioma chavacano, encontramos rastros de muy viejas canciones mexicanas como ésta:
Abajo de mi ventana - tiene un pono de limoncito,
cada rama siete plores - cada plores un bisito.
Abajo de mi ventana - tiene un pono de naranjita,
ya partí para comé - ya salí site bonita.
Siete palo tiene el monte - sambón, sampáloc, sandía,
santol, sampinit, sampanga - hierba de Santa María.
También se toca y se baila el jarabe al estilo mexicano" (1).
Acerca del órgano de bambú ver:
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(1) Rafael Bernal. México en Filipinas. Historia Mexicana. Vol. XIV. Octubre-diciembre 1964. Num. 2. Pp. 187- 205.
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