En alguna parte de la carga del inmenso barco se afinaban las palabras del Castellano, idioma dominante de España, mezcladas con muchas raíces culturales de Europa y de América.De hecho, en el galeón se hablaba también al modo mexicano. Esas palabras fueron sembrándose paulatinamente desde Acapulco hasta Guam, en medio del Pacífico; hasta el archipiélago filipino y más allá; objetos que se reproducen casi solos, apenas con la ayuda de la memoria y de la necesidad. Los portadores de las palabras eran en su mayoría hombres (muy pocas mujeres) que hablaban una espesa mezcla de ideas y experiencias, comerciantes, soldados de leva, campesinos convertidos de pronto en marineros.
“Al principio era el verbo”, según proclama el pensamiento cristiano, donde la palabra divina es la creadora del universo. Es curioso notar que en el sudeste de Asia un concepto similar al cristiano, pero independiente y original de esta región, indica que el lenguaje es la representación del ser humano. En el archipiélago que hoy ocupa Indonesia la leyenda explica que, en una época, grupos de hombres que perdieron el habla, la capacidad de comunicación, se convirtieron en monos, retrocedieron en la historia. Son los Orang-Utan, hombres del bosque.
Desde un principio, la labor evangelizadora principalmente española y portuguesa en Asia enfocó su interés en descubrir formas de comunicación con los pueblos conquistados. El trabajo monumental de compilar diccionarios y escribir doctrinas cristianas en Chino, Japonés, Tagalo y muchos otros idiomas, expresa con claridad la intención de transmitir los conceptos religiosos occidentales a la población subordinada. El trabajo misionero y secular tomó como base la experiencia de evangelización en América desde principios del siglo XVI, pero en Asia se modificó esta práctica como consecuencia de lo que los conquistadores observaron en el nuevo continente. Comparada con la experiencia americana, el Español, junto con el Nahuatl, fueron lenguas impuestas por los conquistadores para comunicarse con la variada gama de pueblos indígenas, para facilitar su propio dominio. En menos de medio siglo esa percepción cambió y los españoles sentían perder control sobre tales pueblos, pues éstos podían usar una lengua franca en contra del invasor. El resultado más importante fue la hispanización de los pueblos indígenas.
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