Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.

martes, 26 de julio de 2022

Los barcos perdidos

Las costas de Oregón, en el noroeste de Estados Unidos, muestran un espectacular contraste entre el mar gris y fuertes vientos que azotan una región boscosa cubierta de pinos y vegetación septentrional.

En el mes de junio del 2022, la Sociedad Histórica de Oregón lanzó la noticia de que arqueólogos de esa asociación localizaron restos del galeón Santo Cristo de Burgos desaparecido en esas costas en el año 1693. Scott Williams, arqueólogo del Departamento de transporte del Estado de Washington informó que se trata de tablones que pertenecieron al barco y  que estarían al cubierto en una cueva cercana a la población costera de Manzanita. Aunque se conoce desde hace décadas que este fue el último lugar donde yacen los restos del galeón, es la primera vez que se localizan partes de la nave.

Se trata de una historia conocida que sigue ofreciendo novedades. Hace décadas habían localizado piezas de porcelana china, restos de seda y bloques de cera de abeja.


Las costas de Oregón 
desde
 Oswald West State Park






 

 

Lo sorprendente de estos descubrimientos es la dispersión de los restos a lo largo de la playa, en el estero  Nehalem y en varios asentamientos de los pueblos originarios, que habitaban la zona ante de la llegada de los europeos. Este es un tema sobresaliente, pues los habitantes indígenas probablemente conocieron la circunstancia del naufragio, utilizaron los utensilios de cerámica y porcelana que pudieron recuperar. Las leyendas indígenas locales dieron cuenta de aquel encuentro inesperado. Desde un punto de vista atropológico, el aprovechamiento de productos provenientes de culturas distantes es todo un evento, pues indica un contacto intercultural, directo o no, en una sola ocasión pero de larga duración.  Este aspecto desde el ángulo antropológico fue estudiado recientemente por Vanessa Renee Litzenberg. (1)

En 2018, Scott Williams había dado a conocer que en el Archivo General de Indias se localiza una lista de sobrevivientes del Santo Cristo de Burgos. "La lista de pasajeros es interesante porque a menudo, con naufragios antiguos, las personas están más interesadas en el tesoro que en el factor humano. Había 231 personas en el barco y se sabe que muchas sobrevivieron al naufragio y se asentaron temporalmente en estas tierras dejando descendencia. Muchas personas de la época, incluso los marineros, no sabían nadar y la costa de Oregón es muy traicionera por su agua fría y grandes olas. Aproximadamente 170 de los hombres a bordo eran españoles, incluidos nobles, militares y clérigos, así como marineros comunes. Alrededor de 64 miembros de la tripulación eran hispano-filipinos, chinos, malasios y posiblemente japoneses y africanos."

Se tienen registrados otros dos naufragios en la costa del Pacífico del norte de América, uno en Baja California, México, del que dimos cuenta en 2011. No se ha determinado el nombre de dicho galeón perdido entre 1578 y 1596. El segundo barco, conocido como San Agustín, naufragó en 1595 en la costa del Estado de California, actual Estados Unidos. El tercero es el Santo Cristo de Burgos, perdido un siglo después, en 1693, en las costas de Oregón.

La presencia de los restos del galeón en diversas partes de esa región motivó también una nueva leyenda urbana, que habla del galeón como si fuera un asunto de piratas y tesoros perdidos. Muy hábilmente por Steven Spielberg utilizó el tema en un film de 1985, The Goonies. El hecho es que un evento de hace tres siglos sigue alentando la imaginación de muchos y espero que también de los seguidores de este blog.

Dejo una descripción muy interesante sobre el descubrimiento de estos restos, publicada por National Geographic en español y de acceso gratuito. Desde 1924 se tiene registro moderno del naufragio debido a los restos encontrados y que adquirió el nombre del Galeón de la Cera (Beeswax Wreck) por la cantidad de este producto disperso en la región. Apunta el texto que la cera no es natural de América y fue llevada por los europeos. Este producto resultó de inmediato muy atractivo en el comercio transpacífico para la producción de velas y veladoras. 

Remito también al portal de la Oregon Historical Society que ofrece múltiples ángulos de la información aquí resumida. Es evidente que el interés del público ha sido claramente captado por las autoridades locales y es un verdadero atractivo turístico.

Sugiero la lectura del blog de Celia Chain-Navarro, quien aporta una mirada diferente sobre el efecto de los movimientos de la naturaleza, terremostos y tsunamis, que puderon afectar a la costa oeste de EUA, la llamada Cascadia.


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No fueron tantos los navíos de la carrera del Pacífico que se hundieron o desaparecieron, si se toman en cuenta las circunstancias de incertidumbre de la enorme distancia marítima, las contingencias del clima y las corrientes, o el acoso de los enemigos que buscaban capturar las riquezas de aquello castillos flotantes. La profesora Carmen Yuste hace una evaluación general del largo período en que se realizó el comercio transpacífico:

"En los dos siglos y medio de existencia de la ruta transpacífica, de 1565 a 1815, la norma fueron los viajes completos y exitosos. Entre 1580 y 1630 el número de viajes inconclusos ssuperó al de los completos, ocurriendo en ocasiones pérdidas totales, como en 1603 la del galeón San Antonio o en 1609 la del galeón San Francisco en viaje a Nueva España.  En 1639 se registró el doble naufragio de los galeones que viajaban de regreso a Manila, perdiéndose los navíos, la carga, producto de la venta de Acapulco, y el situado para la administración filipina. Después de 1640 el tráfico transpacífico y su ruta de navegación adquirieron estabilidad y seguridad. No obstante, en la década de 1690, tres naves se malograron: una por naufragio cerca de las Marianas, otra por incendio en altamar, y una tercera que se estrelló en las costas filipinas con pérdida total de carga y gentes."(2)

Desde una perspectiva económica global, otro autor, José L. Gasch-Tomás, ofrece una evaluación distinta, pues considera que la travesía del Pacífico dependía en exceso de una sola ruta, siguiendo la famosa corriente Kuro Shivo, con dos galeones al año, expuestos a los riesgos arriba mencionados. Este autor compara también  las ventajas que fueron adquiriendo competidores como los holandeses, que extraían riquezas de Asia y las transportaban por la ruta de la India, usando varios puertos, mayor número de navíos y con calendarios más flexibles. (3) 

Cuestión del lente que se utilice para analizar el tráfico marítimo regional o global.

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    1. Vanessa Renee Litzenberg (2022). Stoneware and Earthware from the Beeswax Wreck: Classification of the Dubé Collection and Discussion of the Interpretation of the Materials in Protohistoric Sites. Tesis de Maestría en Antropología, Universidad Estatal de Portland.
    2. Carmen Yuste (2007). Emporios Transpacíficos. Comerciantes Mexicanos en Manila, 1710-1815. México: UNAM.
    3. José Luis Gasch-Tomás (2019). The Atlántic World and he Manila Galleons. Circulations, MArket, and Consumption of Asian goods in the Spanish Empire. Leiden: Brill.