Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.

domingo, 29 de septiembre de 2019

Notas desde Nagasaki

Escribo estas notas desde Nagasaki, escenario histórico de los primeros encuentros entre extranjeros y Japón. Este hermoso puerto, anclado en una larga entrada de mar, ha sido el lugar al que han acudido chinos y coreanos, portadores de artefactos, técnicas y filosofías que fueron adaptadas a Japón. En el siglo XVI, a partir de la llegada de comerciantes portugueses, Nagasaki también fue un espacio en el que el comercio y la religión católica se desplegó durante un corto período.

En ese entonces, Japón vivía una profunda transición unificadora durante la dinastía Tokugawa (1603-1868), conocida también como período Edo en la historia de Japón. La consolidación del poder de los señores de la guerra y de la tierra, los shogun (que formaban el bakufu o shogunato) estuvo caracterizada por haber cerrado las puertas del país a la influencia extranjera. Comparativamente, es similar al período de dominación español en América, durante los virreinatos de la Nueva España y Perú.

Escribo esta entrada al blog una década después de haber descrito y analizado el martirio de 26 religiosos españoles y novohispanos sucedido en Nagasaki en 1597. Aquel inicidente fue una advertencia muy clara de los gobernantes de Japón en contra de cualquier injerencia política o religiosa externa. De hecho, fue un paso en el camino de Japón de cerrar sus puertas al contacto con el exterior durante más de dos siglos a partir de 1603.

Sin embargo, mi interés sobre Japón y múltiples visitas desde los años noventa, me han permitido profundizar en otros aspectos de este proceso político. Ahora reconozco que la unificación de Japón y el encerramiento no fue una situación conducida por eventos acumulados, sino que fue una tendencia de largo plazo, con plena conciencia de la elite dirigente, que se remonta a mediados del siglo XVI y culmina en la primera mitad del XVII. En la lucha por el control del país, la simple idea de que una religión promovida por extranjeros era inaceptable para el poder central de Japón.

Gracia Hosokawa (1563-1600), llamada Tamako originalmente. Murió martirizada en Osaka en 1600. La pintura es de Yaseturu Ueda, 1961. Museo de los 23 mártires.

La interacción con comerciantes, embajadores y misioneros portugueses, españoles, holandeses e ingleses, de ideología católica romana o protestante, dieron pauta para que la clase dominante japonesa definiera los límites de su relación con el exterior. Fueron varios los momentos en que los japoneses estuvieron atraídos por las tecnologías europeas (particularmente la construcción naviera y de minería), los productos americanos y europeos, el pensamiento barroco, pero la cortina del interés de dominación interna cayó pesadamente a fines de la década de 1630 con la Revuelta de Shimabara (diciembre 1637- abril 1638).

En un inicio, la misión católica conducida por los jesuitas que acompañaban comerciantes portugueses tuvo un éxito notable desde los años 1560s. Las condiciones cambiaron a medida en que fueron llegando a Japón otros participantes, especialmente los españoles asentados desde 1571 en Filipinas. Este momento coincidió con la consolidación del poder de Oda Nobunaga (1534-1582) en el proceso de unificación de Japón. El control total sobre el país, subordinando a otros daymios o señores feudales, llegó con Toyotomo Hideyoshi (1537-1598). En 1587, este líder guerrero consideró que la presencia extranjera era un posible obstáculo para la unificación del país y en consecuencia emitió un decreto para expulsar a todos los misioneros católicos. 

Con base en ese decreto, diez años más tarde, en 1597, un sacerdote jesuita japonés, Paulo Miki y un sacerdote español, Pedro Bautista, fueron detenidos y martirizados en Nagasaki. Este grupo incluía a 20 japoneses, 4 españoles, 1 portugues y 1 mexicano del que hemos escrito en este blog, Felipe de Jesús. Ese evento tuvo grandes consecuencias en la percepción europea acerca de Japón, así como en las prioridades misioneras que se formulaban en ese entonces en Roma, Madrid, Lisboa y México.




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La visita a Nagasaki me ha llevado al lugar exacto en que ocurrió aquel martirio: la colina de Nishizaka, donde se encuentra el museo de los 26 Mártires Cristianos

Este es un referente del importante incidente ocurrido en 1597 en que perdieron la vida misioneros españoles y podemos decir mexicanos que fueron apresados en Japón. El barco de ellos se dirigía de Manila a Acapulco y encalló en las costas de Kiyshu, durante un periodo de fuerte represión contra las ideas extranjeras. Ya hemos hablado ampliamente en este blog acerca del asunto y sus extendidas repercusiones en la cultura mexicana. El museo cuenta con el apoyo de los jesuiítas y cuenta con algunos materiales originales valiosos que muestran el movimiento secreto cristiano que perduró en la provincia de Kyushu a lo largo de siglos.

Todo visitante a Nagasaki debe acudir al sitio del estallido de la bomba atómica de 1945. Es una herida dolorosa para Japón y para el mundo. Sin embargo, es también una muestra del profundo sentido a favor de la paz y la concordia que tiene el pueblo japonés.

Otro museo que atrae la atención es el de historia y la cultura de Nagasaki. Es sencillo y con múltiples reproducciones. Es muy didáctico y agradable. Lo que destaca es la forma en que el puerto de Nagasaki recibió la influencia extranjera y adaptó múltiples elementos foráneos en la industria, el comercio, la comida. Los festivales locales tienen un espíritu muy agradable, diría que tropical, dedicados a la experiencia marítima de la población.