Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.
martes, 31 de marzo de 2009
Demanda de esclavos
sábado, 28 de marzo de 2009
El hospicio de Santo Tomás de Villanueva
En el centro de la Ciudad de México, al norte de la Alameda, se localiza un elegante edificio que actualmente funciona como hotel. En otros tiempos fue la sede del Hospicio de Santo Tomás de Villanueva de la Provincia de las Filipinas, ubicado en avenida Hidalgo, casi esquina con avenida Reforma.
En la fachada del edificio está inscrito el año 1780 como fecha de su construcción. Este fue el albergue para misioneros “filipinos”, provenientes de Europa o del interior de la Nueva España, destinados al Oriente. Sin embargo la historia de ese monumento tuvo sus orígenes muchos años antes, en el siglo XVI, cuando los agustinos se establecieron en la ciudad de México el 7 de junio de 1533, siendo Provincial en España Fray Tomás de Villanueva, quien dirigía la orden desde Castilla. Este personaje cumplió un importante papel en la expansión de la orden en América en los primeros años posteriores a la conquista. Fue teólogo en Salamanca, predicador en Burgos y Valladolid y consejero de los reyes Carlos Qunto y Felipe Segundo.
En 1592, la Provincia de México se separó de la española, bajo la advocación del Santísimo Nombre de Jesús. En la segunda mitad del siglo XVI los agustinos extendieron su labor misionera por diversos rumbos del país, entre otros, en la Huasteca, luego en Michoacán, con sede en Tiripetío, y por extensas zonas hasta Zacatecas. Debido al éxito logrado en la región habitada por los Purépechas, en 1602 se estableció de manera independiente la provincia de Michoacán, bajo la advocación de San Nicolás Tolentino.
El papel de esa orden religiosa en la conquista espiritual de Filipinas fue muy relevante, como lo confirma el hecho de que un fraile agustino avecindado en México, como Andrés de Urdaneta, fuera nombrado capitán en la expadición de Miguel López de Legazpi, en 1656, destinada a encontrar la ruta de regreso de Filipinas a México, llamada la Tornavuelta.
Poco después de aquella portentosa expedición, se estableció en México la Provincia de Filipinas de la Orden de San Agustín el 7 de marzo de 1575. La provincia agustina de México contribuyó de manera constante con recursos y misioneros para la evangelización en Filipinas. El provincial de la orden, Fray Diego de Herrera, realizó muchos esfuerzos para llevar misioneros a las islas, pero los peligros del viaje y el poco interés de los jóvenes, dificultaron esa tarea. En noviembre de 1575 salieron de Acapulco rumbo a las Filipinas seis misioneros, incluyendo a Fray Diego de Herrera. Su misión fracasó al naufragar poco antes de su llegada a Filipinas.
El conflicto interno en las provincias agustinas obligó a tomar medidas drásticas hacia 1665, con la creación de un hospicio para mantener bajo control a los misioneros enviados desde España con rumbo a la Filipinas. El hospicio quedó establecido por el Consejo del Rey en 1689. Como podría esperarse, los más entusiastas promotores del hospicio fueron los criollos interesados en hacer cumplir la tarea de enviar misioneros a Filipinas y evitar su indebida permanencia en México.
En 1822, un año después de que se consumó la independencia de México, el gobierno incautó el hospicio y con la expulsión de los españoles en 1828 prácticamente concluyó su función.
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Pablo García Cisneros. El hospicio de Santo Tomás de Villanueva de la Provincia de las Filipinas. Edición del autor. México 1992.
Acerca de los agustinos:
http://es.wikipedia.org/wiki/Agustino
La orden agustina en México:
http://www.desdelafe.com.mx/index.php?option=content&task=view&id=750
Los agustinos en Filipinas:
El hospicio de Santo Tomás de Villanueva
Casa de los misioneros agustinos con rumbo a Filipinas
viernes, 27 de marzo de 2009
La geografía espiritual de Filipinas
jueves, 26 de marzo de 2009
Artes y oficios
En algunos casos la forma natural de aceptación en la “república india” era el casamiento de asiáticos con locales. Un primer acercamiento a fuentes históricas primarias, en el Archivo General de la Nación, en los ramos de Hacienda, de Tierras e Indios, nos ayudará a encontrar el estado civil y comercial que varios de los migrantes tenían. En principio sabemos que se dedicaban a actividades a oficios diversos (barberos, panaderos) y al comercio ambulante, acarreando entre las poblaciones telas, velas, aguardiente, yerbas y medicinas. Ante ello, es evidente que los migrantes hablaban tanto el “castilla” como lenguas indígenas mexicanas para comunicarse y sobrevivir, en un abierto proceso de aculturación.
A lo largo de los siglos el estatuto de los asiáticos fue cambiando sin mantener una orientación constante. En ocasiones los asiáticos fueron asimilados a los negros y mestizos (siglo XVII), debido al complicado arte de la definición de castas. A fin de cuentas la masa imigrante que no se incorporaba a las comunidades podía fácilmente ser desplazada hacia las ciudades en calidad de parias, o ligados al submundo criminal. Con frecuencia se encuentran casos de filipinos y chinos envueltos en robos y otros delitos en actas judiciales de la ciudades de México y Puebla .
Gonzálo Aguirre Beltrán reporta los cambios semánticos que reflejan la transformación social de México, en casos como los pueblos jarocho y chinos. El vocablo chino, aplicado al hijo de negro e india se aplicó en Puebla por vez primera. Para los siglos XVII y XVIII decir mulato o chino era determinar la misma cosa. “Para el siglo XIX fueron llamados chinacos los célebres guerrilleros que combatieron contra la intervención francesa; sin embargo todavía para el siglo pasado china y lépera o prostituta connotaban una misma cosa. De entonces a nuestros días el vocable sufrió una tremenda transformación y en la actualidad la China Poblana es el prototipo de gracia y de la virtud de la mujer mexicana.
miércoles, 25 de marzo de 2009
Transformación del consumo (3)
Este fenómeno económico tuvo un profundo impacto sobre el modo de vida de la Nueva España. Ignacio Bernal señala que “las costumbres criollas americanas, sobre todo en México, se vieron modificadas por el comercio de Oriente y gran parte de ese lujo americano que tanto asombrara al barón de Humboldt a principios del siglo XIX era una herencia del comercio de la Nao de China”[i].
Herencias que no sólo entrañan lujos, sino también hábitos y tradiciones como las peleas de gallos, juego asiático; el papel de China y el de Manila, los fuegos artificiales, o castillos mexicanos, la “talavera” poblana que se vió influida por los diseños chinescos, los paliacates o pañuelos de Calicut, procedentes de la India. Se debe insistir en que este proceso se inicia en un momento de crisis pues aún no se sentaban las bases de la autosuficiencia de alimentos en la Nueva España. De esta forma, la situación de escasez contrasta a principios del siglo XVII con el lujo del que presumían los novohispanos, pues había sedas y plata, pero poca comida en la mesa.
[i] Ignacio Bernal, México en Filipinas, Ed. UNAM, México, 1965. p 254.
Transformación del consumo (2)
Transformación del consumo (1)
Mar del Sur
Transformación del consumo III
Este fenómeno económico tuvo un profundo impacto sobre el modo de vida de la Nueva España. Ignacio Bernal señala que “las costumbres criollas americanas, sobre todo en México, se vieron modificadas por el comercio de Oriente y gran parte de ese lujo americano que tanto asombrara al barón de Humboldt a principios del siglo XIX era una herencia del comercio de la Nao de China” (1).
Herencias que no sólo entrañan lujos, sino también hábitos y tradiciones como las peleas de gallos, juego asiático; el papel de China y el de Manila, los fuegos artificiales, o castillos mexicanos, la “talavera” poblana que se vió influida por los diseños chinescos, los paliacates o pañuelos de Calicut, procedentes de la India. Se debe insistir en que este proceso se inicia en un momento de crisis pues aún no se sentaban las bases de la autosuficiencia de alimentos en la Nueva España. De esta forma, la situación de escasez contrasta a principios del siglo XVII con el lujo del que presumían los novohispanos, pues había sedas y plata, pero poca comida en la mesa.
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martes, 24 de marzo de 2009
La base jurídica de las colonias
La estructura jurídica, la máquina administrativa y las concepciones económico comerciales que rigieron al imperio español fueron la solución histórica al imponente reto de gobernar una extensión inconmensurable de territorio y una población no sólo infinitamente mayor que la castellana, por ejemplo, sino extremadamente variada en culturas. El estado colonial español encontró como solución el mantener un sistema corporativo sobre sus colonias, que aceptaba un cierto grado de descentralización a fin de resolver problemas inmediatos. Sin embargo ese sistema creó otros problemas, enormes como la corrupción de los administradores y el abuso contra la población indígena y aún la criolla, que estallaron con las revoluciones de independencia en las dos primeras décadas del siglo XIX en América Latina y la independencia de Cuba y Filipinas al final de esa centuria.
Un segundo elemento es, también en el ámbito jurídico, la aplicación de las leyes referentes a la propiedad, al derecho de los indios, y a la estructura judicial en las colonias. Varios autores establecen que los conceptos originados en el derecho antiguo de Castilla fueron transformados, deformados y transfigurados en América y, por extensión, en Filipinas. El caso concreto es el cumplimiento de las normas para el ejercicio de la encomienda, el tributo y el trabajo comunitario obligatorio 1. Este último, cabe señalar que en Filipinas se llama Polo, o trabajo comunal obligatorio, a lo que en Perú se conocía como Mita y en México como Cuatequil.
Respecto a la situación de esclavitud y de libertad de los aborígenes el problema para la Corona Española fue como sabemos, el estatuto jurídico de los indios americanos (su calidad de seres humanos) y los “derechos” creados por los conquistadores. En una primera etapa, sobre todo bajo el reino de Carlos V hubo una grave indefinición y un profundo debate teológico jurídico. Así, a través de una Cedula Real, el “20 de junio de 1500 se condenaron las actividades desplegadas por Colón en las islas por él descubiertas y se declaró que los indios debían ser considerados, jurídicamente, como vasallos libres de la Corona de Castilla. Se admitió, sin embargo, que pudieran ser tenidos como esclavos los indios cautivos en justa guerra (...) Pero al amparo de esta excepción se cometieron tales abusos que, en 2 de agosto de 1530, hubo de decretarse que ni aún en los casos de guerra justa pudieran ser hechos esclavos los indios que se cautivasen” 2.
El 20 de febrero de 1534 se restableció el principio anterior, pero a partir de 1542 con la promulgacion de las famosas Leyes Nuevas se consolidó la doctrina del vasallaje de los indios americanos a la Corona Española. Aquí es importante hacer notar que en la Recopilación de las Leyes de Indias hecha en 1680 se estableció que sólo podrían “ser sometidos a esclavitud los indios caribes, los araucanos y los mindanaos, rebeldes siempre a la dominación española.” Una vez más se indica un estado de excepción en los confines del imperio español pues Mindanao no pudo ser completamente integrado a la colonia filipina.
“Ordenamos y mandamos que de aquí adelante, por niguna causa de guerra ni otra alguna, aunque sea so titulo de rebelión, ni por rescate ni otra manera, no se pueda hacer esclavo indio alguno, y queremos que sean tratados como vasallos nuestros de la corona (real) de Castilla, pues lo son” 3.
Avanzado el siglo XVII la gubernatura general de Filipinas obtuvo notable autonomía tanto de España como del aparato gubernamental radicado en la Ciudad de México. Diversos autores precisan que la distancia, donde el contacto entre uno y otro extremo del viaje a través del Pacífico se realizaba una vez al año, y el celo de los ciudadanos españoles en Filipinas para proteger sus bienes y prebendas contribuyeron a hacer de la colonia española más remota un espacio casi autónomo, plagado de abusos y controles burocráticos. En un sentido estricto Filipinas fue una colonia militarizada, donde los españoles rara vez establecían su residencia permanente y cuya frágil economía dependía del comercio del galeón.
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1. Pedro Antonio Nuchera. Encomienda,Tributo y Trabajo en Filipinas (1570-1608). Universidad Autónoma de Madrid. Ed. Polifemo. Madrid, 1995. p 15.
2. Ots Capdequí, J.M. El Estado español en las Indias. Ed. Fondo de Cultura Económica, México,1941. p 24.
3. Joaquín García Icazbalceta. Colección de documentos para la historia de México (1866). Ed. Porrúa, México 1980. p 212.
domingo, 22 de marzo de 2009
martes, 17 de marzo de 2009
Una rica variedad de pueblos
Migrantes filipinos
El singular mosaico cultural de México en los siglos de la colonia, en el que se incluían muchas naciones indígenas, con culturas y lenguajes propios, aunque todos vistos por los españoles como El Pueblo Indio, permite suponer que había una gran receptibilidad a otros “indios” provenientes de Asia. Siendo filipino, malayo o chino era posible entremezclarse con los pueblos indios, donde mal se hablaba el idioma español. Tómese en cuenta que la variedad de sociedades provenientes del sudeste de Asia eran transportadas con un prejuicio racial similar, donde Magindanaos, Bruneianos, Malabares, entre muchos otros, eran clasificados como negros en Manila y al llegar a México se le consideraba chinos. El tronco racial común a todos ellos, incluyendo a los de la isla de Luzón, era el malayo, pero se hacía la distinción por razones administrativas y por la oportunidad que los corruptos administradores podían tener para apresar a los que no eran cristianos.
El historiador Jonathan Israel señala: “Una cédula real dirigida en 1626 al virrey marqués de Cerralvo quizá proporcione cierta idea sobre el número de esclavos filipinos importados a Nueva España. Ese año la corona calculó una pérdida anual de 5 mil pesos por concepto de derechos de importación no cobrados sobre esclavos filipinos, siendo el impuesto por cabeza de 50 pesos; esto indica que anualmente se introducía de contrabando a la colonia algo así como 300 asiáticos, además de un número tal vez similar de los importados”.
Israel Jonathan. Razas, clases sociales y vida política en México colonial, 1610 – 1670, Fondo de Cultura Económica, México, 1997, p.53.
lunes, 16 de marzo de 2009
El sistema comercial del Galeón
Rafael Bernal
domingo, 15 de marzo de 2009
El idioma español en Filipinas
El Galeón también llevaba palabras
miércoles, 11 de marzo de 2009
Una barca filipina en Acapulco
lunes, 9 de marzo de 2009
Marineros
Si se toma en cuenta que el costo del pasaje de México a Manila era muy elevado, de 1000 pesos y el de regreso de 1500 pesos, no era insólito que gente común emprendiera el viaje de Manila a México como marinero en busca de mejores condiciones de vida. “La proporción de españoles y malayos en las tripulaciones varió de uno a dos y de uno a cinco, pero esto último fue más frecuente. En 1724 apenas una tercera parte eran españoles de nacimiento”. Los marineros malayos -los “indios” en los papeles españoles de la época- eran generalmente filipinos.
Un administrador español de la época, Francisco Leandro de Viana, rindió tributo en uno de sus informes oficiales a los marineros filipinos: “No hay un sólo indígena en estas islas que no tenga una notable inclinación hacia el mar, ni hay actualmente en todo el mundo una gente más ágil en las maniobras a bordo de un barco, o que tan rápidamente aprenda términos náuticos y cualquier cosa que debe saber un buen marinero. Pueden enseñar a muchos de los marineros españoles que navegan en esos mares. No hay apenas ningún indio filipino que haya navegado los océanos que no comprenda la aguja de marear y por lo tanto hay en esta ruta comercial algunos pilotos muy habilidosos y diestros... Cuando se les coloca en un navío del cual no pueden escapar, luchan con ardor y coraje”.
No obstante sus habilidades, los marineros filipinos eran discriminados frente a marineros españoles, pues ganaban no más de una quinta parte del salario nominal de éstos (60 pesos para los filipinos, frente a 300 de los españoles) y frecuentemente las raciones de comida eran sólo la mitad de la de los marineros españoles. Por si fuera poco, recibían sus pagos con vales que, en la práctica, no podían ser cobrados, por lo que preferían venderlos a menor precio (como en la tienda de raya) a funcionarios venales o aprovechados que los revendían al precio real.
Hernando de los Ríos Coronel, agente al servicio de la Corona, escribió un memorial al Rey en el que expone las dificultades de los marinos, sobre los abusos a que son sometidos. “Los malayos, especialmente los del interior de la zona de Luzón, no podian resistir el frío de determinadas latitudes y la pulmonía causaba una alta mortalidad entre ellos. A cada amanecer hay tres o cuatro muertos, y agrega que los filipinos eran tratados como perros a bordo y que la marinería española estaba mejor cuidada y más habituada a valerse por si misma”. Esa era la razón principal de que muchos marinos desertaran, como fue el caso de 74 filipinos que en 1618 escaparon del galeón “Santo Espíritu” en Acapulco y que pasaron a integrarse a las comunidades locales como agricultores y artesanos.
jueves, 5 de marzo de 2009
Las islas Filipinas
martes, 3 de marzo de 2009
Marineros y esclavos
domingo, 1 de marzo de 2009
Rasgos de la cultura asiática en México
México mestizo
Un enfoque diferente
Viajeros involuntarios
Cuando se habla del galeón de Manila es natural referirse a los tesoros acarreados a través del Pacífico durante 250 años de comercio entre dos colonias españolas, México y Filipinas. Especias, sedas, porcelanas, joyas, marfiles, muebles, hicieron del galeón la fuente mítica de maravillas originadas en el lejano oriente; un flujo de mercancías sostenido casi exclusivamente sobre la base de la plata mexicana, que inundó los mercados asiáticos a partir del siglo XVI y que siguió circulando en forma de pesos mexicanos a finales del XIX.
También es común referirse al intenso contacto cultural entre ambas colonias, producto del intercambio de bienes y personas, que influyó en culturas tan distintas como las de Filipinas y México. Este es un fenómeno de doble vía, que se percibe a través de varios indicios, en las costumbres, la comida, el lenguaje; que hoy día persiste, aunque obscurecido por el tiempo y la modernización, y que no ha sido estudiado sistemática y suficientemente.
En las próximas entregas trataremos de acercarnos al fenómeno de la migración forzada de filipinos a México a lo largo de más de dos centurias; un hecho que dejó marcas en algunas regiones de los actuales estados del Pacífico mexicano, como Michoacán y Guerrero. Para ello, por supuesto echamos mano de la información que brindan diversos estudios sobre la influencia asiática acerca de la cultura y las artes en México *, pero el esfuerzo principal es tratar de incorporar, en la medida de lo posible, elementos extraídos de los archivos históricos acerca de la migración de filipinos al territorio de Nueva España, usualmente en calidad de esclavos o semiesclavos, que trajeron consigo su cultura y sus costumbres. Abordaremos también el aspecto jurídico que permitió el tráfico de asiáticos hacia la América española, en evidente contradicción con las múltiples legislaciones que prohibieron la esclavitud de la población indígena en las colonias españolas o, con una clara simulación para evadirlas.
* González Galván, Manuel. Influencias Asiáticas en el arte colonial mexicano en La Expansión Hispanoamericana en Asia. Siglos XVI y XVII. Ernesto de la Torre Villar, compilador Mexico FCE 1980. pp 162 –165. “Algo de lo más importante es tomar conciencia de que estas influencias asiáticas, en nuestra vida diaria, no constituyen en la actualidad una presencia exótica sino una parte integrante de nuestra, un ingrediente medular y no pequeño de ella, consustancial ya de nuestra tradición distintiva, tanto que quizás por ello mismo lo ignoramos”.