Es ineludible mencionar, como lo hice en la entrada anterior, los vínculos históricos y culturales entre Galicia y el norte de Portugal. Ambas regiones comparten una raíz similar y recibieron influencias de toda Europa desde la antigüedad. El lugar más destacado del extremo noroeste de España es sin duda Santiago de Compostela, que a partir del siglo IX comenzó a recibir peregrinos desde lugares remotos, sobre todo porque eran viajes a pie desde Alemania, Flandes y Francia. Con esos visitantes se fraguó una cultura cristiana deseosa de recuperar los lugares santos en Oriente Medio y el sur de la península ibérica en manos de los mozárabes. En la construcción de esos proyectos participaron también las órdenes militares de los templarios y los camilleros de San Juan, como mencioné en la entrada anterior.
Galicia, al norte de la península ibérica tiene valles y bosques de gran belleza, que desembocan en el impetuoso Atlántico, en el finisterre o finis mundi de aquella época. El puerto principal es La Coruña, y el centro religioso es Santiago de Compostela. Cuenta la leyenda que Carlomagno soñó con el paraje en el que se encontraban los restos del apóstol Santiago: un campo de estrellas, como podría pensarse por la existencia de piedra ígnea, con destellos metálicos. Se supone que el cuerpo del apostol Santiago fue transladado desde Jerusalem hasta Hispania por misioneros de la primera edad cristiana. En aquel lugar y con este material se construyó la ciudad y la catedral, que cuenta con un atractivo especial por el color y la composición arquitectónica. El peregrinaje influyó para que ese santuario conservara algunas de las reliquias más importantes de la edad media y fuera un lugar de creación artística, por ejemplo, libros de coro gregorianos y escultura en piedra del maestro Mateo.
La catedral de Santiago de Compostela.
Actualmente y por algunos años más está siendo reparada.
Por dichas reparaciones, no es posible ver el famoso Pórtico de la Gloria, dentro de la catedral, uno de los ejemplos cumbre del arte románico.
Una (mala) foto del incensario o sahumerio. Botafumeiro en Gallego
En 2011 dos escritores publicaron un pequeño libro de homenaje a la herencia gallega en Filipinas: Cruceiro, Spanish Galicia at some Crossroads in Philippine History & Culture (1521-1898). Lino L. Dizon y José R. Rodríguez recuerdan que después del viaje de Fernando Magallanes en 1519, fue enviada desde el puerto de La Coruña, en Galicia, una nueva flota española en 1525, bajo el mando García Jofre de Loaisa (c.1490-1526). El intento era repetir el trayecto magallánico para concentrarse en las islas Molucas. Se habilitaron siete barcos, Santa María de la Victoria, Espíritu Santo, Anunciada, San Gabriel, Santa María del Parral, San Lesme y Santiago. Debido al mal tiempo, solamente cuatro de ellos lograron cruzar el estrecho de Magallanes rumbo al Pacífico. El Santiago tomó rumbo al norte y llegó hasta las costas de México en julio de 1526. El Santa María del Parral cruzó el Pacífico hasta las islas Célebes, donde se hundió. El Santa María de la Victoria fue el único que llegó a las islas de la especiería. Para obtener mayor contexto, sugiero al lector que lea varias entradas de este blog de noviembre de 2009.
Gobernadores gallegos en Filipinas
El libro nos cuenta la historia de Gómez Pérez Dasmariñas, que también es conocido como das Mariñas, quien fungió como el séptimo Gobernador General de Filipinas de 1589 a 1593. Natural de la villa de Betanzos, cerca de la Coruña, en Galicia. Hemos referido en este blog varios de los momentos de su gestión, así como la de su hijo, Luis Dasmariñas, particularmente en las Molucas y en Camboya. Hay un nuevo libro sobre estos singulares personajes, escrito por John Newsome Crossley, The Dasmariñases, Early Governors of the Spanish Philippines. Pronto escribiremos sobre este nuevo estudio. Otro gobernador nacido en Galicia fue Juan Niño de Tabora, de 1626 a 1632. Entre sus actividades destacadas se cuenta la defensa en 1627 del puesto español en Taiwán ante los ataques holandeses y la recaptura del astillero de Camarines, en Luzón en 1628.
Dizon y Rodríguez ennumeran a varios misioneros gallegos que se asentaron en la primera etapa española de Filipinas: fray Francisco Blanco, franciscano de Monterrei, Ourense; fray Jacinto Rivera, agustino originario de Ribadavia, Ourense; fray José Alvarez, agustino de San Miguel de Banqueses, Verea, Ourense; fray José Benito Rosendo, augustino de San Juan de Saurnín, Ourense. La lista se extiende hasta el finales de la dominación española en Filipinas, pero los mencionados corresponden a prominentes sacerdotes de Galicia que vivieron en las islas en el siglo XVII.
Santiago de Compostela
Vista del rio Minho, que separa Galicia de Portugal