Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Inicios del comercio transpacífico

El inicio de los intercambios entre la Nueva España y Filipinas, a partir del 1572, tuvo un arranque que podríamos calificar como caótico. El comercio transpacífico era básicamente un comercio irregular debido a las dificultades técnicas de la navegación, que hacía que los cargamentos llegaran a intervalos imprecisos, hasta de dos años. Una versión convencional considera que los viajes del galeón desde Cebú en 1565 es el inicio del comercio transpacífico, pero aquí sigo las interpretaciones que consideran al comercio desde Manila a Acapulco, que tuvo verificativo en 1572.

Entre 1593 y 1638 se emitieron distintas cédulas reales que se convertirían en la base de la administración del comercio, con varias dificultades resultado de la irregularidad del transporte, y afectada por vicios como el contrabando.  Este sistema de regulación legal no era respetado por los múltiples participantes en el complicado proceso comercial, tanto en Manila, Acapulco, la ciudad de México, Veracruz, Guatemala, Guayaquil y Lima.

En opinión de Ostwald Sales Colín:"(...) fue precisamente en 1593 cuando el comercio transpacífico se transformó en monopolio estatal, cuya intervención estaba regulada por el Estado, aunque eran dos grupos privilegiados los que intervenían en el intercambio: la Corona y una minoría no estatal representada en el Consulado de la Ciudad de México. En efecto, desde finales del siglo XVI se muestra claramente la fuerza detentada desde un principio por la Universidad de Mercaderes de la Ciudad de México frente al propo Estado español, y contra los mercaderes del Altántico, cuando así le convenía."


El año pasado propuse una bibliografía mínima para conocer más acerca del comercio del Pacífico. Se puede localizar aquí

Como si fueran imanes, los productos asiáticos y la enorme producción de plata del Perú se atraían mutuamente y lograron romper con las barreras legales y administrativas impuestas por la corona española.  Ayudaron a ese propósito la corrupción de los administradores y la ambición de los comerciantes en cada punto del circuito comercial más grande que hasta entonces se hubiera conocido, esta vez en el océano Pacífico.

Carmen Yuste López apunta:

¨Cuando en 1593 se reservó a Nueva España la recepción del galeón filipino y el mercado  exclusivo de las mercancías asiáticas, se ordenó que lo transportado de Manila a Acapulco no se pudiera llevar a Perú,  Tierra Firme, Guatemala o cualquier otro sitio de América. A pesar de las muchas disposiciones en contra, los peruleros continuaron desplazándose  a Acapulco, comprando gran parte de la carga en las misma playas del puerto y remitiéndolas de inmediato hacia Perú. En realidad fue hasta 1640 que quedó prohibido en definitiva el tráfico y comercio de mercancías asiáticas con los puertos del Perú, con el de Realejo e incluso el desplazamiento del galeón al puerto de Huatulco en el sureste novohispano.

En la descripción de las primeras décadas del comercio es pertinente tomar en cuenta el interés de la metrópoli de controlar/centralizar el comercio, impulsada por el monopolio sevillano, que deseaba evitar el descenso del flujo de plata hacia la metrópoli que hubiera significado el desarrollo de ese comercio interamericano. Respecto a los productos y mercancías que dominaban la primera etapa del comercio transpacífico recomiendo varias entradas de este blog en el mes de noviembre de 2019. 

Dos motivaciones para controlar al máximo: Primero, ¨evitar la contracción de las ventas de paños vía Sevilla, en Perú y Tierra Firme, por la competencia de los obrajes novohispanos, más baratos inicialmente tanto por costos de producción como de transporte. En segundo, intentar también indirectamente, un menor consumo de productos orientales en el sur. En resumidas cuentas, evitar la salida de plata peruana hacia otro destino que no fuera el peninsular¨ (De la Peña,  p.110).

¨a ello contribuía, además de forma progresiva, el desequilibrio entre los precios de Sevilla y los de Manila, que la inflación cada día más acentuada por la política belicista del Conde Duque de Olivares, iría agravando¨.

Cabe señalar que ese período no fue, como podría pensarse, de decadencia de la economía peruana ya que la circulación de plata impulsó la economía local y el consumo.   La sumisión de la población indígena o el abierto transplante de esclavos africanos,  propició un tipo de desarrollo en que se vieron beneficiados los grupos monopólicos ligados a la administración y a las élites religiosas, reguladoras del crédito. De esta forma se forjó una cultura de corte virreinal.

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de la Peña, José F. Oligarquía y propiedad en Nueva España, 1550-1624, pp 110-111.

Sales Colín, Ostwald. El Movimiento Portuario de Acapulco. El protagonismo de Nueva España en la Relación con FIlipinas, 1587-1648. México, Plaza y Valdés Editores, 2000.

Yuste López, Carmen. Emporios transpacíficos. Comerciantes mexicanos en Manila, 1710-1815. UNAM, México, 2007.



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