Como resultado de la interacción comercial y política a lo largo y ancho del enorme oceáno Pacífico, a partir de la apertura de la ruta del galeón en el siglo XVI, decenas de pueblos sufrieron un intenso y contínuo intercambio de personas e ideas, en que terminaron por modificar sus propias lenguas.
Los lingüistas describen el fenómeno de una manera que se antoja mágica. La lengua transmisora, primordial, fue el español, pero detrás de ella el náhuatl se convirtió en lengua emisora hacia las otras formas de comunicación en Filipinas y Micronesia. De esta forma, el náhuatl queda como lengua general transmisora en México; “en situación privilegiada para influir en el español al que dió numerosos préstamos y fue una de las lenguas que más palabras ha dejado en el español y, a través de éste, en otras muchas lenguas europeas y en las lenguas de los remotos territorios del Pacífico, integrante, en su momento, de la Corona Española” (1).
atol, atole atole atuli
Un caso interesante es la voz náhuatl centli, que se perdió en el intercambio lingüístico con Filipinas, porque prevaleció el antillanismo maiz. Lo mismo sucedió en México donde antes había muchas designaciones del cereal originario de Mesoamérica. En Filipinas, no cabe duda, se pide actualmente en el mercado pina, sincamas y sayotes.
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Carmen-Paloma Albalá. "Nahuatlismos en las islas del Pacífico", en La Presencia Novohispana en el Pacífico Insular, Actas de las Primeras Jornadas Internacionales celebradas enla Ciudad de México del 19 al 21 de septiembre de 1989, Universidad Iberoamericana, México 1990. P. 37-46.
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