El tema de la defensa militar de las Filipinas se remonta al inicio de la colonizacion de las islas, asediadas por los piratas holandeses e ingleses o por las fuerzas chinas y japonesas que controlaban el comercio en la región. Sin embargo, la necesidad de contar con un regimiento permanente en Manila no era simple ni suficiente, sobre todo en un archipiélago tan disperso y desconocido para los españoles. Con el paso de los años, el asunto de los soldados se convirtió, como es natural, en un tema migratorio, en tanto que muchos de los reclutas decidían asentarse permanentemente en Filipinas.
Un historiador mexicano dió a conocer un documento de 1575 relativo a los soldados reunidos para su envío a Filipinas en ocasión del viaje de Francisco de Sande, oidor de la Audiencia de México, designado tercer gobernador de las islas en sustitución de Guido de Lavezaris, sucesor del adelantado Legazpi (1). Se trató de un contingente de 178 individuos alistados, 140 españoles y 38 americanos: 32 de la ciudad de México, uno por cada una de las siguientes ciudades Culiacán, Puebla, Taxco y Zacatecas. Uno de Lima y otro de Santo Domingo. Esta cantidad, alrededor de 200 sería el promedio de soldados que se remitía a Filpinas en cada viaje.
El reclutamiento fue bastante dilatado: desde el 16 de octubre de 1574 al 10 de marzo de 1575, en total 146 días. Cada individuo alistado recibió 100 pesos de oro común de ayuda de costa" más 15 pesos para gastos de traslado de la ciudad de México a Acapulco. Se les asignaba uniforme, cota (mallón metálico) y armas: arcabuz, espada y daga.
Del total, 141 tenían entre 20 y 30 años, aunque muchos declararon desconocer su edad. Uno tenía 16 años.
"Caso aparte, señala el historiador, es el del hijo que iba a reunirse con sus padres residentes en Manila, es decir que éstos fueron emigrantes a Filipinas en un viaje anterior, en 1562. El ejemplo puede tomarse como indicio de que el alistarse como soldado era una manera económica de viajar a las islas para reunirse con parientes ya radicados en ellas".
Las listas de reclutas muestran rasgos que, además de ser curiosos, sugieren cuáles habrán sido las características físicas de los soldados, quizás no muy diferentes al resto de la población de aquella época. Se hace una detallada descripción de cicatrices en 140 de los 178 soldados, en la cabeza, en brazos y piernas. La falta de piezas dentales era común, pero también se enlistas "bizcos" (estrabismo), con "nubes" (cataratas) y otro "con un ojo resmeliado" (¿vaciado?, ¿tuerto?). Aparte de los que mostraban secuelas de viruelas (oyoso de bubelas) se enlistaron individuos con labio leporino (bezo endido). Se enroló "un estevado, que echa el pie derecho hacia la fuera" y un cojo del mismo pie.
Otros aspectos físicos son: bien dispuesto, expresión aplicada a 56 individuos; uno de ellos era de rostro bien dispuesto, aunque tenía dos cicatrices en las cejas. Estatura de 83 soldados: 23 medianos, 52 bajos (uno con la indicación de rehecho, equivalente a grueso), 8 bajos, el resto carece de ese dato. El color sólo se indica en 24 casos: 17 morenos y 7 bermejos (rojos). Por último, el color de la barba destacaba en 27 personas: ocho negra, siete rubia, cuatro roja, una bermeja y una canosa.
Concluye el investigador que estos reclutas pueden ser considerados como migrantes, "porque en última instancia su propósito era arraigar en las islas. Al igual que la transformación de las huestes conquistadoras de la América española en entidades de colonización, por lo que toca a Filipinas el ejemplo lo da la propia expedición de Legazpi (de cabal organización militar), muchos de cuyos miembros ganaron la condición de encomenderos, la clásica institución socioeconómica subsecuente a las principales empresas de conquista y en cierta forma pie de la fase primitiva de colonización. Por lo tanto, so capa de servicio miltar, buena parte de los llamados soldados, improvisados los más o profesionales los menos, partían con la decidida intención de granjearse recompensa material".
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(1) Luis Muro. "Soldados de Nueva España a Filipinas (1575)". En Historia Mexicana, Vol XIX, No. 4 , El Colegio de México, abril-junio 1970, pp. 466 -491.
2 comentarios:
Cuauhtemoc: He seguido esta serie de notas con interés. Agregaría que otra vía para el "reclutamiento" de soldados fue el envío de reos condenados a servir en Filipinas. Esto fue bastante común en el siglo XVII, y primeras décadas del XVIII. A partir de las reformas borbónicas el destino cambia, y son remitidos a La Habana, San Juan de Ulúa o San Blas. A veces el destierro a las islas también se utilizaba como amenaza por parte de los jueces, y recuerdo algún caso en el que los padres de un muchacho considerado "incorregible" pidieron que fuese enviado a Filipinas.
Estimado Fernando,
Gracias por su comentario. En efecto, las motivaciones para enviar personas a Filipinas fueron varias. Una de ellas el destierro de los llamados infidentes. Marías Fernanda de los Arcos ha escrito sobre el tema y he colocado parte de su información en las entradas de este mismo blog en abril.
Cuauhtémoc
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