Los enígmas de las Américas.
Este es el título de un libro colectivo y sin embargo singular publicado en 2020 por la Universidad de San Francisco de Quito, Ecuador.
Contiene ocho ensayos sobre momentos muy distintos en la historia de América, pero unidos por el esfuerzo de encontrar durante varios siglos un paso interocéanico entre el Atlántico y el Pacífico. Se intentaba encontrar un pasaje, pero también resolver enormes cuestionamientos sobre la geografía americana, un elemento central para definir los alcances de dominación europea del mundo nuevo, novus orbis.
Este es el segundo volumen de una serie que comenzó en 2013 con el título Enigmas de las Américas, Piratas, Enigmas y Cartografía de América.
La coordinadora del proyecto, Sabrina Guerra Moscoso señala en la Introducción: "Entre los siglos XVI y XIX se incentivaron varias expediciones que zarparon desde diversos puertos americanos para explorar posibles pasos que facilitaran la comunicación de Europa con Asia; no solo se buscaba un istmo, sino tal vez otro estrecho, o por qué no, un gran río que atravesara como una arteria horizontal el Nuevo Mundo y permitiera la soñada comunicación de los continentes y mares." Guerra Moscoso agrega que esta búsqueda respondía al imperialismo propio de la modernidad.
Los ocho ensayos enfatizan el esfuerzo cartográfico de cada
expedición, es decir, en el empeño de una abstracción conceptual
plasmada en un mapa. De los mapas alegóricos del barroco hasta los mapas
que muestran un conocimiento científico de la Ilustración. Con ello se
pueden observar los cambios que recorrió el
descubrimiento-desciframiento de América ante los ojos europeos.
Estructura del libro
Este segundo libro se presenta en cuatro tiempos.
1. El "descubrimiento" del Mar del Sur por Vasco Núñez de Balboa en 1513, con un ensayo de Bárbaro Polo Martín.
2. El paso interocéanico, con tres ensayos que rondan la epopeya de Magallanes-Elcano del siglo XVI, escritos por Carla Lois, Mauricio Onetto Pavez y Rodrigo Moreno Jeria.
3. El esquivo paso del norte. Aquí se cuentan tres ensayos acerca de los intentos de encontrar o desarrollar caminos entre el Atlántico y el Pacífico en la era borbónica, escritos por Guadalupe Pinzón Ríos, Sabrina Guerra Moscoso, Kevin Bustillos y Lauren Beck.
4. Por increíble que parezca, se buscó también una salida al Pacífico en la parte más ancha del continente. David Alejandro Ramírez Palacios nos habla de las exploraciones de Rafael Reyes por el Río Putumayo, entre 1874-1884.
El tema de Asia está presente en todos esos momentos, ya que el dominio de América (de las Américas como dicen en idioma inglés) garantizaba el acceso a las riquezas asiáticas. La coordinadora del libro señala:
"la persistente búsqueda de un paso interoceánico que atravesara aquella masa continental, un paso que acortara la comunicación entre ambos océanos, y aproximara a Europa y Asia. Aquel rastreo empezó 400 años antes de la construcción del canal de Panamá. La búsqueda de comunicación entre los dos océanos fue uno de los sondeos más tempranos. Bajo el reinado de Carlos I (1500-1558) ya se pensó que el continente era un obstáculo infranqueable, que solamente sería superado si se forjaba un pasaje artificial que uniera el río Grande con el río Chagres, para alcanzar la navegación que condujera desde el Atlántico hacia el Pacífico, y conseguir la comunicación con las posibles rutas entre los puertos americanos y los puertos asiáticos. Hasta el siglo XIX persistía en el imaginario la idea de construir un canal artificial, y se pensó que el Darién o inclusive Nicaragua podían ser el lugar propicio."
En un principio se tenía la creencia de que algún extremo de Asia estaba ligada por tierra con América, a través del mítico Paso del Norte, que estimuló expediciones desde el siglo XVI hasta el XIX.
"(...) varias expediciones de diversas nacionalidades y procedencias se aventuraron a resolver este enigma de la geografía. Desde muy temprano se había buscado el mítico estrecho de Anían, que equivocadamente se pensaba que se situaba en la misma latitud de San Diego (California) y se especulaba que este sería el ansiado paso. En 1497, Enrique VII había encomendado la búsqueda del estrecho por el norte a Juan de Caboto, y la Corona francesa había hecho lo propio con la exploración de Giovanni Verrazano en 1524."
"(...) De acuerdo con las referencias de los nativos, Cortés también tuvo como objetivo encontrar la comunicación interoceánica. En México buscó un estrecho que develara la ruta hacia Oriente y, como parte de su campaña de conquista, en 1533 envió una hueste al mando de Diego Becerra, para navegar rumbo norte en busca del paso y así extender la exploración por el Mar del Sur; de estas exploraciones surgieron rumores sobre la existencia de una isla muy rica al norte del continente, que sería bautizada como California."
Exploraciones y proyectos en la época de conflicto imperial
La idea de construir un canal, un paso, un puente entre ambos océanos resurgió en la etapa del imperialismo con la excusa de la modernidad. Así lo hizo pasar con toda claridad el científico alemán Alexander von Humbolt (1769-1859) al abogar a favor de la construcción del Canal de Panamá.
En aquella época, la Corona española comprendía que su vasto imperio estaba asediado por los intereses de otros poderes europeos. Inglaterra había ocupado en 1762 tanto la Habana como Manila, mientra que Rusia enviaba en esa década expediciones al noroeste americano. Era urgente reforzar la seguridad y mantener exploraciones que pudiese producir "relaciones detalladas sobre las
condiciones físicas, poblacionales, económicas y defensivas de los
territorios de ultramar, para así planear mejor su control y
administración." Esto lo dice Guadalupe Pinzón en su ensayo El Istmo de Tehuantepec en los proyectos interoceánicos hispanos: el caso del mapa de Agustín Crame, de 1774.
"La relación de Crame fue más allá de buscar una ruta interoceánica, pues su trabajo se insertó en los procesos navales y defensivos del imperio español, llevados a cabo tanto en el Atlántico como en el Pacífico. Si bien es evidente que las revisiones de Veracruz, San Juan de Ulúa y la península de Yucatán sirvieron para conocer y proteger de mejor forma esos litorales, tener noticia de un posible punto de encuentro entre ambos océanos permitiría extender las políticas e implementarlas en las nuevas regiones que se exploraban en el noroeste americano."
Como una invitación a los lectores para adentrarse en este texto, cito al autor:
"En 1875, mucho antes de tornarse presidente de la República de Colombia y también antes de su decisiva prticipación en las guerras civiles de este país, Rafael Reyes (1850-1921) inauguró la navegación comercial a vapor por el río Putumayo, uno de los principales afluentes del gran río Amazonas. Se trataba de establecer una ruta alternativa a la del Pacífico y el ferrocarril de Panamá para llevar a Europa y Estados Unidos la valiosa corteza del árbol de quina, poderoso febrífugo exclusivo de los bosques húmedos de los países andino-amazónicos, que había llegado a convertirse en el tratamiento estándar contra el paludismo en el mundo."