Me voy a referir a un libro publicado hace dos décadas, pero que sigue ofreciendo una oportunidad para reflexionar sobre el gran encuentro cultural de los misioneros católicos jesuitas en un período de gran convulsión en Japón en la segunda mitad del siglo XVI. En este blog publiqué varias entradas sobre este tema fascinante, pero en esta ocasión me detengo en el instrumental analítico del antropólogo aragonés Carmelo Lisón Tolosana (1929-2020).
Carmelo Lisón Tolosana
La fascinación de la diferencia:
La Adaptación de los Jesuitas al Japón de los Samuráis, 1549–1592
Madrid: Akal, 2005
Estructura del libro:
Prólogo
I. Francisco Javier o la racionalidad
II. Cosme de Torres o el diálogo
III. Valignano figura renacentista
IV. La seducción del Japón cultural
V. El reto de la diferencia
VI. Adaptación integral
Epílogo para ayer y para hoy
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https://archive.org/details/lison-tolosana-c.-la-fascinacion-de-la-diferencia.-la-adaptacion-de-los-jesuitas
El libro La Fascinación de la Diferencia: La Adaptación de los Jesuitas al Japón de los Samuráis, 1549–1592 , es sobre todo una reflexión antropológica sobre el encuentro cultural entre Japón y los intelectuales jesuitas. Es interesante por varias razones: conforme al pensamiento de Carmelo Lison Tolosana es posible e inevitable hacer historia desde la experiencia contemporánea y obtener conclusiones para la actualidad. Otro elemento es que el autor, como señala Joao de Pina-Cabral, de la Universidad de Kent ( Obituary , Antropology Today , Vol. 36, No. 3, junio de 2020) perteneció a una generación que vivió durante el oscuro período del franquismo. Estudió en Oxford y fue difícil su retorno a España, pero a mediados de los años 60 tuvo oportunidad de trabajar en los métodos de la antropología social en los que se había formado en Inglaterra.
La obra aquí revisada es una excepción en el conjunto de su trabajo como antropólogo, pues la mayoría de sus estudios están dedicados a temas nacionales o regionales españoles. La interpretación se basa en los escritos de Francisco Xavier (1506-152), Cosme de Torres (1510-1570) y Alessandro Valignano (1539-1606) durante su estancia en Japón. Es destacable la emoción que invocan estos misioneros; "la humana contemporaneidad" de estas figuras del pasado, a las que sentimos tan próximas en sus propios textos. Dice Lisón Tolosana: "No conozco una elaboración tan sistemática y un esfuerzo tan intenso como el llevado a cabo por los jesuitas para, olvidándose de la rigidez teológica, adaptándose a otra cultura, para, en una palabra japonizar en cuerpo y en espíritu."
El capitulo dedicado a Francisco Xavier es una lectura desde el ángulo antropológico contemporáneo, basado en la aproximación que el misionero español tuvo ante la cultura japonesa, primera generación de los fundadores de la Compañía de Jesús. Quien fuera nombrado santo al nivel de Ignacio de Loyola se preparó mentalmente incluso antes de llegar a Japón y empleó las técnicas impuestas por la compañía para afrontar la diversidad. Hay empatía y admiración ante la organización social de Japón y en su recorrido va confirmando sus pre-juicios y afinando su disciplina racionalista. Las cartas, escritas en una mezcla de español, portugués, italiano, latin, son difíciles pero riquísimas en observaciones, por lo que permite adentrarse en la personalidad del misionero.
El segundo capítulo está dedicado a Cosme de Torres y quiero destacar que este valenciano pasó al menos tres años en Nueva España, a partir de 1540, como capellán durante el virreinato de Antonio de Mendoza y Pacheco. Sin haberse ordenado como sacerdote participó en la expedición de Ruy López de Villalobos, de la que he dado cuenta en este blog. Llegó a Japón acompañando a Francisco Xavier y permaneció en el país hasta su muerte en 1570, cuando se calculaba en 30, 000 los cristianos locales. "Capaz observador del Otro y hábil lingúista, estudia japonés con Angiro durante el viaje lo que le convierte, después de cierto tiempo y mucha práctica, en excelente intérprete de la misión. A él se deben la primera gramática japonesa y el primer vocabulario que, desgraciadamente, se han perdido. "
Para el antropólogo, el método de Torres es la adaptación cutural, como mecanismo para ajustar el comportamiento, práctica y tecnología para integrarse en un entorno nuevo o cambiante. Sin embargo, esa capacidad de acercarse al mundo japonés prendió las alarmas en Roma pues los misioneros practicaban "ritos" y ceremonias no previstos por la iglesia católica. Entre los principales críticos estaban franciscanos y domincos que observaban desde Manila. El tema de la liturgia católica, doctrinas y normas, disciplina del clero (el celibato se hizo obligatorio) frente a la variedad de experiencias del mundo fue fundamental en el Concilio de Trento, 1545-1563.
Un proceso mental adaptativo que Torres llevó a un nivel magistral es el diálogo con monjes budistas y shinto sobre temas filosóficos. Esa conversación se realizaba por medio de traductores, y paulatinamente Torres comenzó a hablar en japonés con gran refinamiento. Pero el método imponía escribir los argumentos y utilizar los textos en otras sesiones para comparar ideas, además de instruir nuevos misioneros no japoneses.
El perfil de Alessandro Valignano ocupa el tercer capítulo y el autor lo clasifica como el pensador renacentista del grupo. De hecho, formaba parte de una nueva generación entre los misioneros. Nacido en Nápoles durante la ocupación española fue parte de una refinada élite continental con perspectiva global. Fue nombrado visitador de las misiones en Asia, con lo que cumplía una doble autoridad, administrativa y religiosa, en una Provincia que contaba con un creciente núcleo de misioneros y de feligreses en Japón y en China. De hecho, Valignano estuvo tres temporadas en Japón, para continuar su labor en otras parte de la enorme provincia. Sin embargo fue capaz de escribir sumarios con suficiente información cultural, etnológica y política de varios de estos lugares.
Cumplió su cometido de hacer viable la misión en Japón por medio del comercio de seda, aunque esto fue criticado por muchas otras órdenes. Hemos desarrollado el tema en otra entrada, Comerciantes y Misioneros.
El cuarto capítulo profundiza con más detalle en la organización de la misión jesuita en Japón, y da cuenta del encuentro que Valignano tuvo con el daymiō Oda Nobunaga en Kyoto en 1581. Es la curiosidad mutua de los personajes lo que dibuja un ambiente rico de experiencias y de intercambios. Sin embargo este acercamiento habría de concluir pronto pues la misión católica comenzaba a enfrentar el rechazo del poder de los shogunes. El ascenso de Toyotomi Hideyoshi marcó el cambio de interés a los forasteros.
En el marco del proceso político en Japón de las dos útlimas décadas del siglo XVI, el autor penetra en el ejercio de adaptación intelectual jesuita en ese período. El quinto capítulo es muy denso, cargado del lenguaje antropológico pero interesante en cuanto a los dilemas que enfrentaron los misioneros, en especial Valignano: evangelizar sin imponer, para desarrollar su labor misionera en un ambiente cultural muy estructurado y profundo, marcado por el budismo, el sintoísmo y el confucianismo. Los jesuitas buscaban adoptar estrategias de inculturación, como vestirse como monjes budistas o utilizar términos japoneses para explicar conceptos cristianos, aunque estas adaptaciones a menudo generaban tensiones dentro de la propia Iglesia.
El capítulo de conclusiones traza el camino seguido por los jesuitas en Japón.
1. "El universitario (Francisco) Javier reproduce el modelo teórico dominante en el tomismo —todavía no ha llegado Descartes— en cuanto a la razón como actividad superior del espíritu y cumbre de lo humano. El ordo rationalis organiza, jerarquiza y totaliza la realidad, compara y relaciona; las relaciones lógicas entre proposiciones no vienen afectadas por los cambiantes tiempos y contextos sociales, al contrario, descubren lo universal y necesario para siempre y para todos."
2. El padre Cosme Torres "ve la vida desde una ventana menos mística, más realista, en su trabajosa variedad; tiene antenas para captar las sinuosidades de los sucesos". Prefiere la discusión filosófica en un ambiente propcio, intimo, que permita continuar con la labor misionera pública.
3. "Valignano es la tercera de este retablo de figuras seleccionadas que con su enérgica personalidad marca como ninguno varias dimensiones del primer medio siglo de la cristiandad japonesa. Alma de humanista y temperamento jurídico, llega a Japón con ideas propias aunque coloreadas por estereotipos intertextuales que derivan de (Francisco) Javier y (Cosme) Torres, pero su atención enciclopédica al detalle le hace ver desde muy pronto que el estado de la misión es mucho más complejo y nada halagador. "
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El libro de Carmelo Lisón Tolosana contribuye a la interpretación cultural de un momento histórico muy particular que sigue sorprendiendo. El encuentro cultural del siglo XVI ha sido intepretado de múltiples maneras, desde un nacionalismo japonés que alentó un sentimiento de superioridad nipona desde la Reforma Meiji en el siglo XIX, hasta un chovinismo católico durante el franquismo. El trabajo de Lisón Tolosana trata de escapar de esas limitantes contemporáneas y procura explicar por medio de la antropología el diálogo cultural de aquel momento, aunque solamente desde el lado jesuita. Propio de su generación, es muy proclive al exaltar la empresa misionera de Occidente, algo que se habría enriquecido con un mayor conocimiento de la filosofía que prevalece en Asia.
Seguramente habrá nuevas investigaciones propias del siglo XXI, cuando resulta tan urgente apelar al entendimiento cultural mutuo y el respeto a la diversidad cultural.