Cuando los portugueses llegaron a los mares del Asia, trajeron consigo una nueva forma de comerciar y sobre todo un orden militarizado que incrementó los costos de protección. Las diásporas comerciales diseminadas en la región tuvieron que adaptarse a la presencia de los nuevos inquilinos, que con naves artilladas, lograron establecer puestos de vigilancia desde las costas de África a la India y Malasia.
La historia como se cuenta afirma que había un monopolio musulmán en el Mar Rojo y en el Océano Índico, lo cual impedía el abasto de especias y otros bienes en Europa. Sin duda los comerciantes islámicos eran los más importantes en la región, pero no constituían un bloque unificado y existían muy diversos grupos étnicos y culturales que habían adoptado el Islam como religión, sin actitudes guerreras. Philip D. Curtin afirma que los portugueses tuvieron la posibilidad de haberse incorporado al sistema prevaleciente de comercio de manera pacífica, en convivencia con los demás comerciantes al inicio del siglo XVI. ¿Qué factores influyeron para el ingreso violento en el terreno comercial?
De hecho, los portugueses tenían por lo menos tres opciones. Una era el pago (de impuestos) a las autoridades asiáticas. La segunda era tomar algunos puertos, fortificarlos y usarlos como bases para asegurar el almacenamiento de la carga en espera de ser enviada a Europa, usando incluso la red comercial asiática. En lugar de ello, llevaron el elemento de coerción un paso más allá; no solamente protegiendo su propio comercio, sino vendiendo servicios de protección a otros, forzando a los comerciantes asiáticos a pagar por el privilegio de navegar en paz en esos mares.
Impusieron un sistema que no formaba parte de la dinámica asiática de comercio, pero tampoco de la forma en que se conducían los portugueses en el Mediterráneo. La corona portuguesa había favorecido por muchos años la diáspora de sus comerciantes con el establecimiento de feitorias o almacenes. Desde el siglo XIV tenían centros comerciales en Flandes, Inglaterra, Sevilla y Venecia, que servían como representaciones de los intereses de Portugal de forma pacífica y permanente. En cambio, adoptaron la práctica más agresiva de comercio de los venecianos y genoveses. A final de cuentas terminaron disputando con los italianos por comercio de especias.
La mezcla de intereses coloniales y comerciales portugueses se nutrió de la experiencia inicial en África y apareció con claridad después del viaje de Vasco de Gama a la India en 1498.
Hacia la década de los ochenta del siglo XV, la actitud más o menos pacífica de comercio se había transformado para convertirse en el modelo del imperio basado en fortalezas, generalmente en islas como Cabo Verde o Sao Tomé en el Golfo de Guinea; Luanda, en la actual Angola y Elimna en Ghana. Al inicio del siglo XVI, la actitud beligerante se había confirmado: los navegantes portugueses llevaban la instrucción de ocupar puertos para asegurar a sus flotas y vender la protección a los comerciantes extranjeros a través de cartazes, especie de permiso de tránsito.
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Philip D. Curtin. Cross-cultural trade in World History. Cambridge University Press, NY. 1984. pp.136-139.
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