Desde el inicio de la ocupación española de las islas Filipinas se descartó la posibilidad de la producción de especias, aunque en diferentes momentos se tuvieron expectativas de que la fertilidad de la tierra, la temperatura y la localización geográfica cercana a las Molucas permitiría su cultivo.
Las esperanzas de los conquistadores -que finalmente habían llegado a las islas de las especias que Colón buscó en vano- fueron en un principio tan altas como las que se tenían respecto del oro. Guido de Lavezares, lugarteniente de Legazpi y su sucesor, escribió a Felipe II que existía en Mindanao una amplia zona con árboles de canela y que se hablaba de una isla más al sur cuyas colinas estaban llenas de especias.
La canela comercial es originaria de la isla de Ceilán, hoy Sri Lanka, de la variedad Cinnamomum zeylanicum. Sin embargo, la corteza que se cultiva en el sur de Filipinas es muy similar, Cinnamomum mindanense.
En los primeros galeones, la canela de las Visayas fue llevada a México desde Cebú. Sin embargo, los españoles hicieron pocos esfuerzos para cultivarla extensamente y se prefirió traerla de Ceilán para el mercado de América. Pero tampoco se renunció del todo a producir especias en Zamboanga, isla de Mindanao. En 1625, Felipe IV ordenó al Gobernador Fajardo promover el cultivo de nuez moscada pero dicho Gobernador había fallecido cuando llegó la Orden Real a Manila. A finales del XVIII, con la renovación de ideas económicas volvió a plantearse el cutivo de especias en las islas, pero los resultados prácticos fueron insignificantes.
A principios del siglo XVIII, los holandeses, concientes del potencial de Mindanao para producir especias, pusieron el ojo en esta isla con la intensión de invadirla.
Nicolás Morton Nichols, un inglés que vivió en Filipinas en el siglo XVIII, trató de interesar a los españoles en el desarrollo de esas producciones en las islas del sur. Escribió a Carlos III de España que la canela se daba bien en Mindanao. "no sería pequeña ventaja llegar a cultivarla como lo hacen los holandeses" escribía Morton en 1759 y recomendaba el cultivo de nuez moscada y pimienta, que podría obtenerse de manera abundante y de la mejor calidad.
Pero en vista de la actitud de los administradores de Manila, Mindanao no pudo compensar la pérdida de las Molucas. Un cultivo extensivo de las especias hubiera creado incesantes conflictos con los moros, y el negocio altamente rentable de seda con China en Luzón, hizo que los españoles no sintieran la urgencia de la explotación de especias en la gran isla del sur.
Después de que perdieron las islas de la especiería, los españoles compraban a los holandeses especias de Java en grandes cantidades para atender la demanda del mercado mexicano. El español se surtía con lo que llegaba a Europa a través de África, a cargo de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, parte de cuyas adquisiciones acabaron por enviarse a la América española.
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William L. Schurz, The Manila Galleon, pp. 47 - 48.
Alain Stella. The Book of Spices. Ed. Flammarion, New York 1999.
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