Quizás el único verdadero monopolio que pudieron ejercer los portugueses a los largo del siglo XVI fue sobre el comercio de canela proveniente de la enorme isla de Ceilán, hoy conocida como Sri Lanka.
La canela, cuyo nombre científico es Cinnamomum cassia, se cultivaba únicamente en las planicies de Ceilán y los cingaleses no contaban con transporte marítimo para exportarla, o no se interesaban en tenerlo, pues su producto era codiciado desde muchos siglos atrás por comerciantes de Oriente y de Occidente. Desde el Mediterráneo hasta China la canela era apreciada por su aroma y el sabor dulce y picante.
Una imagen simplificada del cultivo de la canela y de la nuez moscada
Cabe hacer una distinción entre la canela china (Cinnamomum obtusifolium) y la de Ceilán (Cinnamomun zeylanicum), la primera más picante y la segunda más perfumada.
Las planicies al sur de Ceilán, entre las ciudades de Galle y Colombo, mantienen un clima favorable para el cultivo de la canela, interumpido por la temporada de monsones. De mayo a octubre, los cortadores de canela van podando los arbustos que no dejan crecer más de 1.8 metros. La corteza está lista para ser secada al sol y adquirir el color y el aroma que la distingue.
Los portugueses ocuparon la isla en 15o5, comandados por Lourenço de Almeida, hijo del virrey de la India, cuando en la isla convivían tres reinos: Kandy, en las partes altas del centro, Kotte en la costa oeste y Yarlapanam en el norte. Un siglo después, los holandeses lograron el apoyo del reino de Kandy para atacar a los portugueses en 1640.
Como hemos señalado, se intentó la producción de calidades inferiores de canela en tierra firme en la India y en Mindanao, en Filipinas, pero la de Ceilán nunca fue superada.
El monopolio portugués, mientras duró, sirvió para el enriquecimiento personal de los administradores, a pesar de los intentos de la Corona para evitar el contrabando. El poeta portugués Francisco Sa de Miranda lamentaba en 1550 que la riqueza generada en India no servía para mejorar la vida de los portugueses, que debían importar hasta el trigo. Las ciudades se despoblaban por el número de hombres que se dirigían hacia Levante "siguiendo el aroma de la canela".
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Charles Corn. The Scents of Eden. A History of the Spice Trade. Kodansha America, New York, 1999. pp.201-203.
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