No se menciona la suerte que corrieron lo familiares malayos de aquel Francisco Serrano, aunque si el de un criado indio que se había convertido al cristianismo. Se llamaba Manuel y hablaba portugués. Traía un mensaje de otro mercenario que se encontraba en Ternate, Pedro Alfonso de Lorosa, o Llorosa, quien ofrecía sus servicios a los españoles para entrar en posesión de las tierras en Ternate donde se asentaban los portugueses. Pocos días después se realizaría un encuentro con Llorosa en el barco de los españoles.
Por lo pronto tomemos dos notas del diario de Pigafetta, del 11 de noviembre de 1521, respecto a las costumbres y al comercio local en la isla de Tidor:
Costumbres del rey de Tadore. Informándome de las costumbres del país, supe que el rey puede tener para su placer tantas mujeres como le parezca; pero una sola es su esposa, y las demás, esclavas.
Su serrallo: Tenía fuera de la ciudad una gran casa, donde vivían doscientas de sus más bonitas mujeres, con igual número de criadas. El rey come siempre solo o con su esposa en una especie de estrado elevado, desde donde ve a todas las otras mujeres, sentadas alrededor, y después de haber cenado escoge la que compartirá su lecho aquella noche. Cuando el rey termina su comida, sus mujeres comen todas juntas si él lo consiente, y si no, cena cada una en su habitación. Nadie puede ver a las mujeres del rey sin su permiso especial, y si algún imprudente se acercara a su habitación, de día o de noche, le matarían en el acto. Para proveer el serrallo real, cada familia tiene la obligación de dar una o dos hijas. El rajá sultán Manzor tenía veintiséis hijos, ocho varones y dieciocho hembras. Hay en la isla de Tadore una especie de obispo, que tenía cuarenta mujeres y muchos hijos.
_______________________
Antonio Pigaffeta. Viaje alrededor del mundo, traducción al castellano de Federico Ruiz M., Espasa-Calpe Argentina S.A., 1941. Texto íntegro incluído en La primera vuelta al mundo, Magallanes, Elcano y el Libro Perdido de la Nao Victoria, Academia Colombiana de Historia, Plaza & Janés, segunda edición, Bogotá, 1988, pp. 230-245.
No hay comentarios:
Publicar un comentario