Para Yuri y su esposa, por su recién nacido
Como se ha señalado, en el Archivo General de la Nación se localizan múltiples documentos dispersos en ramos tan diversos como el de Indios, el de Matrimonios o el de Historia, donde usualmente no se busca información sobre migrantes, pero en los que aparecen casos de asiáticos, principalmente filipinos, con actividades regulares en la Nueva España.
Un oficio muy favorecido por los chinos, como se designaba a todo asiático en México, aunque casi todos fueran filipinos, es el de barberos. Edward J. Slack señala que
españoles y otros europeos habían monopolizado esa especialidad a principios del siglo XVII, pero comenzaron a enfrentar una fuerte competencia por parte de migrantes asiáticos. Debido a esto, un grupo de barberos españoles expresó su queja ante el Cabildo de la ciudad de México el 22 de junio de 1635, criticando a sus contrapartes porque infringían las reglas de los gremios al no emplear aprendices españoles. Alegaban que ellos empleaban esclavos chinos en las barberías, además de los excesos e inconveniencias de esos establecimientos en la Plaza Mayor. Por último, señalaban que varios barberos habían fallecido a causa de contagios de sus clientes (1)
Cabe señalar que la producción de manufacturas en la Nueva España, artesanías e industrias rudimentarias, estaba en manos de los gremios, que tenían preponderancia económica y social. Cada gremio establecía precios y calidades y ejercía un monopolio especializado. Los gremios establecían tres niveles, con derechos y obligaciones: maestros, oficiales y aprendices, todos con una estricta disciplina y responsabilidades. Formaban parte de una hermandad, con advocaciones, santo patrono y se prometían cooperación.
Todos vivían en el taller. Los maestros se obligaban a proporcionar educación, el oficio, comida y mantenimiento. El aprendiz debía obedecer y aprender con intensidad, cuidado y esmero. Todos ellos se debian a un santo patrono que protegía al oficio y en muchos casos se creaban cofradías para celebrar el día del santo. El proceso de ascenso era riguroso y cuando un aprendiz pasaba el examen para ser un oficial, se leían las ordenanzas y se hacía jurar fidelidad a su oficio. Se podía tener entonces taller propio y tener aprendices del oficio (2).
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(1) Edward R. Slack. The "Chinos" in New Spain : A corrective Lens for a Distorted Image. Journal of World History, University of Hawaii Press, Vol. 20, Núm. 1, marzo 2009, pp. 44-45.
(2) Francisco Santiago Cruz. Las Artes y los Gremios en la Nueva España, Ed. Jus, Colección Medio Milenio, México, 1960. Luis Weckman. La herencia medieval de México, Cap. XXV Esclavitud, Gremios y Cofradías, El Colegio de México-FCE, Segunda edición revisada, Pp. 380-389, México, 1984.
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