En las dos primeras décadas del siglo XVI, tantas y tan contradictorias eran las noticias que llegaban desde los confines de Oriente hasta las cortes de España y Portugal, que los cuerpos de aquellas naciones vivían una fiebre colectiva respecto a la posibilidad de dominar de manera definitiva el comercio de especias y de tomar control de territorios inciertos. Este espíritu de expansión y de conquista dominaba tanto a los adminstradores como a los navegantes, clérigos y capitanes de ambas coronas. Entre ellos se destacaba por supuesto el conquistador de México, Hernán Cortés, quien en medio de sus intensísimas campañas para estabilizar la situación en la Nueva España, soñaba de tarde en tarde con continuar sus andanzas a través de los mares del sur, hasta llegar a las islas de la especiería.
En la Tercera Carta de Relación destinada al emperador Carlos V, firmada el 15 de mayo de 1522 en Coyoacán, Cortés propone al rey enviar una armada que salga desde el Mar del Sur hasta las islas de la especiería.
Como en el capítulo antes déste he dicho, yo tenía, Muy Poderoso Señor, alguna noticia (...) de la otra Mar del Sur y sabía que por dos o tres partes estaba a doce y a trece y a catorce jornadas de aquí. Y estaba muy ufano porque me parescía que en la descubrir se hacía a Vuestra Majestad muy grande y señalado servicio, especialmente que todos los que tienen alguna ciencia y espiriencia en la navegación de las Indias han tenido por muy cierto que descubriendo por estas partes la Mar del Sur, se habían de hallar muchas islas ricas de oro y piedras y perlas preciosas y especeria y se habían de descubrir y hallar otros muchos secretos y cosas admirables. Y esto han afirmado y afirman también personas de letras y esprimentadas en la ciencia de la cosmografia.
Con esta promisoria carta, Cortés hace valer ante la corte española su prestigio para ser el encargado principal de alcanzar las islas de la especiería. Contaba en su haber la exitosa, por así decirlo, conquista de México y el descubrimiento del Mar del Sur. Seguramente, entre sus cálculos tomó en cuenta la posibilidad de recoger la experiencia de la expedición de Magallanes, que por aquellas fechas ya impacientaba al emperador Carlos V.
Lanzado el anzuelo, Cortés el militar informa de una acción realizada:
Y con tal deseo y con que de mí pudiese Vuestra Majestad rescebir en esto muy singular y memorable servicio, despaché cuatro españoles, los dos por ciertas provincias y los otros dos por otras. E informados de las vías que habían de llevar y dándoles personas de nuestros amigos que los guiasen y fuesen con ellos, se partieron. Y yo les mandé que no parasen hasta llegar a la mar, y que en descubriéndola, tomasen la posesión real y corporalmente en nombre de Vuestra Majestad.
Y los unos anduvieron cerca de ciento y treinta leguas por muchas y buenas provincias sin rescebir ningún estorbo, y llegaron a la mar y tomaron la posesión y en señal pusieron cruces en la costa della. Y dende a ciertos días se volvieron con la relación del dicho descubrimiento y me informaron muy particularmente de todo, y me trujeron algunas personas de los naturales de la dicha mar y también me trujeron muy buena muestra de oro de minas que hallaron en algunas de aquellas provincias por donde pasaron, la cual con otras muestras de oro agora invío a Vuestra Majestad.
(...) y para ello he enviado con una persona de recaudo bien cuarenta españoles, en que van maestros y carpinteros de ribera y aserradores y herreros y hombres de la mar; y he proveído a la villa por clavazón y velas y otros aparejos necesarios para los dichos navíos, y se dará toda la prisa que sea posible para los acabar y echar al agua; lo cual fecho, crea vuestra majestad que será la mayor cosa y en que más servicio redundará a vuestra majestad después que las Indias se han descubierto.
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