El asunto podría quedar en aquel infortunado suceso, pero algunos investigadores han llegado a crear una visión misteriosa del hecho, afirmando que los sobrevivientes del naufragio habrían llegado a instalarse en la isla de Amanu, dejando un legado cultural importante. Una narración interesante de esta polémica se encuentra en la Revista Española del Pacífico, con un artículo de Annie Baert, sobre la presencia de españoles en el archipiélago. El principal alegato es que ciertos investigadores sajones llegaron al extremo de señalar un cambio radical en la historia de los pobladores de las islas, sólo a partir de la presencia de un puñado occidentales en el siglo XVI. Gracias a ellos los polinesios habrían "descubierto" la navegación a largas distancias, la religión católica y otras cosas.
Afirma Annie Baert, con razón, que es necesario dejar a un lado versiones extravagantes y tratar de hacer investigaciones serias. "Sería necesario separar pasión y razón, pues el que unos españoles hubieran naufragado en Amanu en el año 1526 no tiene por qué implicar forzosamente tales consecuencias".
Lo cierto es que los naufragios de aquella época forjaron una visión romántica en Europa, a partir de la cual un simple marinero podría convertirse en el rey de una isla paradisiaca por el mero hecho de ser rubio y católico.
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