Desde una etapa temprana de la vida de las Filipinas, los portugueses se convirtieron en los principales abastecedores de esclavos en Manila. No se observaba ninguna dificultad en este tipo de comercio, cuando las caravelas lusitanas recorrían las costas de Africa del Este, la península de Arabia, India, y así tomaban rumbo hacia Malaca y Macao, donde tenían el control. Manila se convertía en la última estación de aquel recorrido comercial de marfiles, especias, telas... y seres humanos.
El papel de los portugueses en este tráfico era muy ventajoso, tanto porque habían iniciado mucho antes que cualquier poder europeo en Asia, como porque Manila era un enclave que dependía del abasto de comerciantes chinos, malayos, japoneses y portugueses que llegaban a esa ciudad con la periodicidad del monzón. Al inicio del siglo XVII, la creciente disputa de los portugueses y españoles con los holandeses e ingleses significó un peligro adicional para el tránsito en la región y mayor aislamiento del emporio de Manila. Los portugueses tenían prohibido cruzar el Pacífico hacia la Nueva España, pero aprovechaban al máximo la puerta filipina para beneficio de su comercio. Ahora, como entonces, se tiene gran aprecio por las tallas de marfil de origen indio-filipino, exportados por los portugueses hacia América y Europa.
Una breve revisión de dicho comercio, con base en lo escrito por William Lytle Schurz, puede ilustrar esta relación:
"Una ley española de 1593 prohibía a los españoles ir a Macao, entre otros lugares, y ello después de que Macao fuese obligada a someterse por juramento al Rey de España". Sin embargo, tal comercio continuó intermitentemente y "algunos de los primeros gobernadores -como Santiago de Vera y Gómez Pérez Dasmariñas- habían estimulado todo tráfico entre ambos puertos y de hecho ocurrió que a partir del año 1619 llegaron otra vez a Manila navíos portugueses, con gran regularidad y a lo largo de varias décadas. En 1620 fueron diez los navíos de Macao y seis años más tarde uno de ellos llevó un cargamento de medio millón de pesos. En 1630 José de Navada Alvarado declaró que el valor de lo importado habitualmente desde Macao se aproximaba al millón y medio de dicha moneda.(...) Aparte de la seda, Morga escribió que también venían muebles, finamente dorados, de manufactura china, por supuesto. Fray Gregorio López se refiere a un navío de Macao, cargado con una gran riqueza de ámbar, almizcle, perlas y piedras preciosas y más de trescientos esclavos"
El Imperio portugués, imagen tomada del sitio MacroHistory
Esclavos de todo el orbe
El asunto del comercio esclavo es complejo pues desde el principio de la ocupación de Filipinas la Corona Española se hallaba envuelta en un debate propiciado por los humanistas españoles que venían reflexionado sobre el impacto de la conquista de América en relación con los principios religiosos y morales de la destrucción de las culturas originales del nuevo continente. Las decisiones sobre el tema de la esclavitud en Asia, oscilaban entre la autorización del comercio esclavo no-filipino y, al propio tiempo, la sujeción de trabajo de los indios filipinos, a quienes formalmente no se les denominaba esclavos. En la realidad se permitía la importación de esclavos procedentes de África, India y otras regiones, pues así se cumplía con las normas establecidas por el sistema legal y se complementaba la fuerza laboral de las islas.
Un estudio reciente de Tatiana Seijas ofrece una mirada sobre las diferencias en el tipo de esclavismo prevaleciente en los siglos XVI y XVII, y procura dar seguimiento a la trata de esclavos procedentes de áreas no africanas, en especial de la India. La investigadora elabora su ensayo en torno al caso de Catarina de San Juan a fin de ilustrar este tráfico de seres humanos.
La dinastía de los Habsburgo, señala Seijas, permitió a los comerciantes portugueses el control del transporte y de las redes de abasto que hicieron posible el comercio esclavo. Los manileños, como se llamaba a los españoles residentes en Filipinas, intentaron con poco éxito restringir la actividad de los comerciantes portugueses, particularmente los de Macao, con la queja principal de que podrían dominar el sistema de comercio de la Nao de China y reorientar los flujos de ese comercio hacia sus propios territorios, más cercanos a Cantón. El objetivo de los españoles consistía en que los comerciantes cantoneses comerciaran directamente con los residentes en Filipinas, eliminando la intermediación portuguesa e incrementando sus ganancia en mercancía destinadas a América. Sin embargo, explica Seijas, la dependencia de Filipinas de sus importaciones, incluyendo alimentos, garantizaba la permanencia de los portugueses en el comercio intra-regional.
La investigadora ofrece varios ejemplos de que las actividades comerciales portuguesas continuaron, incluyendo la trata de humanos, bajo la tolerancia de las autoridades filipinas: en 1670, un capitán portugués hizo entrega de un cargamento de esclavos en el puerto de Manila procedente de Bengala, También en 1690, datos de la Compañía Holandesa de Indias Orientales (VOC) señalan que un barco con doscientos esclavos, zarpó de Malaca con destino a Manila.
Como se mencionó en la entrada anterior de este blog, los funcionarios en Manila tenían una preocupación adicional, pues los portugueses eludían pagar las tarifas. La Audiencia de Manila informó a España en 1584 y en 1586 que los comerciantes lusitanos no pagaban impuestos sobre los esclavos traídos de la India y Macao, ni tampoco por los que eran exportados a la Nueva España. La sugerencia era muy práctica, en el sentido de obligarlos a pagar impuestos, pero años después, en 1605, la queja era la misma. Fue hasta 1612 cuando se estableció el pago de almojarifazgo, impuesto al comercio exterior sobre mercancías y esclavos, en siete barcos procedentes de Macao.
"Aquí suelen venir cada año uno o dos navíos de portugueses... Malaca y Macao con mercaderías y esclavos...derechos de tres por ciento de almojarifazgo como lo pagan los sangleyes...el gobernador no quizo que lo pagasen... es cosa a mi parecer justa que lo paguen tanto de la ropa como de los esclavos y así lo mando a pagar y se cobre de un navío que aquí vino en tiempo de Gomes" AGI Filipinas 29-57-382r-404v (1595). AGI Filipinas 34-78-796r-809r (1588), citados por Tatiana Seijas.
Otros componentes del análisis de Seijas es la diferenciación que se hacía entre los esclavos procedentes de Africa, India o el Sudeste de Asia, que para los portugueses era indistinto, más no para los compradores, quienes preferían la mano de obra africana para cierto tipo de trabajo rudo y la del sur y sudeste de Asia para servicio doméstico y artesanal. También toca el tema del comercio de mujeres esclavas para servicios sexuales, como concubinas en algunos casos y como prostitutas en otros.
Una dificultad patente es la carencia de estadísticas del tráfico de esclavos, si bien existen numerosas evidencias de esta realidad que modeló a las sociedades alrededor del planeta. En el caso del comercio en el Atlántico, se estima que alrededor de 4.5 millones de africanos fueron llevados a América. Los portugueses desarrollaron la industria del azúcar en Brasil con esa fuerza de trabajo. Más tarde, el descubrimiento de oro y diamantes a fines del siglo XVII aceleró el tráfico de seres humanos. En contraste, el masivo movimiento esclavista en la región asiática es menos estudiado. Richard B. Allen estima que entre los años 1500 y 1599 los portugueses movieron alrededor de 12,500 y hasta 25,000 esclavos en el espacio del Océano Indico; cifra que se repite en el período 1600-1699.
Los estudios citados tratan de mostrar la dinámica mundial de esta industria esclavista en la edad moderna, que forma parte del proceso de expansión de las potencias europeas en el mundo. Con la irrupción de holandeses, ingleses y franceses en los espacios dominados por Portugal y en parte por España, tal sistema se aceleró y se volvió más sofisticado; inclemente para las poblaciones de Africa, India y el Sudeste de Asia.
Seguiremos el tema en las próximas entradas.
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"Otra característica del portugués era que sus gentes solían permanecer en Manila todo el invierno esperando muchos meses que se aceptasen los precios altos que ellos solicitaban, o enviando sus géneros a Acapulco en el galeón con la mediación fraudulenta de algún agente español. A veces producía sorpresas la prodigalidad de los comerciantes lusitanos, el Padre Díaz (sin indicar fechas), al comentar que son tan corteses y acostumbrados a cumplir con las obligaciones de la nobleza, señala su tren de gastos, que les hace regresar a Macao en la ruina, como ocurrió este año con Joao Tabora, caballero de la Orden de Cristo, que gastó las riquezas que trajo con él, que eran muchas, en galanterías y en fiestas de toros". William Lyte Schurz, El Galeón de Manila, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1992. pp. 145-146.
"Otra característica del portugués era que sus gentes solían permanecer en Manila todo el invierno esperando muchos meses que se aceptasen los precios altos que ellos solicitaban, o enviando sus géneros a Acapulco en el galeón con la mediación fraudulenta de algún agente español. A veces producía sorpresas la prodigalidad de los comerciantes lusitanos, el Padre Díaz (sin indicar fechas), al comentar que son tan corteses y acostumbrados a cumplir con las obligaciones de la nobleza, señala su tren de gastos, que les hace regresar a Macao en la ruina, como ocurrió este año con Joao Tabora, caballero de la Orden de Cristo, que gastó las riquezas que trajo con él, que eran muchas, en galanterías y en fiestas de toros". William Lyte Schurz, El Galeón de Manila, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1992. pp. 145-146.
Tatiana Seijas. The Portuguese Slave Trade to Spanish Manila: 1580-1640. Itinerario. Volume 32 (March 2008), Issue 1. Published online 11 January 2010.
Richard B. Allen, Satisfying the "Want for Labouring People": European Slave Trading in the Indian Ocean, 1500-1850, Journal of World History, Vol. 21, No.1, 2010, University of Hawai'i Press, 2010. p.64.
Richard B. Allen, Satisfying the "Want for Labouring People": European Slave Trading in the Indian Ocean, 1500-1850, Journal of World History, Vol. 21, No.1, 2010, University of Hawai'i Press, 2010. p.64.
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