En la famosa expedición Legazpi-Urdaneta, de la Nueva España a Filipinas, realizada en 1564, participó también el fraile augustino Martín de Rada. Su cualidades como misionero, lingüista y una suerte de antropólogo, lo colocan en un nivel destacado dentro de su generación, pues aportó importantes testimonios sobre la primera época de la presencia española en aquellas islas del Pacífico.
En línea con lo que hemos venido escribiendo, Rada fue el primer misionero español que se adentró en China, desde territorio Filipino, cumpliendo así un anhelo que la Corona española perseguía desde medio siglo antes.
Martín de Rada formó parte de una generación, posterior a la conquista de América, que en la segunda mitad del siglo XVI, enderezó su interés en la evangelización en Asia, particularmente en China y que vieron la ocupación de Filipinas como un punto de partida hacia la gran empresa de dominar el Oriente.
Llegó a México en 1560 e inició una interesantísima etapa en el centro del país, entre la población ÑaÑu, mejor conocida como Otomí (Hñahñu en ese idioma).
Valdría la pena abordar con más detalle esa importante obra misionera en México, que le permitió escribir una gramática o Arte de la lengua otomí, y unos Sermones en ese idioma, en una etapa en la cual el esfuerzo de evangelización no pasaba necesariamente por el conocimiento de los idiomas locales. Cronístas agustinos señalan que fue tal su capacidad que podía dialogar en otomí sobre temas religiosos a los cinco meses de haber llegado a la zona.
No se conoce el paradero actual de esos libros. Sin duda, el esfuerzo realizado se adelantó a la decisión del Capítulo de la orden agustina de 1578 de escribir vocabularios y gramáticas.
Mientras fray Martín se dedicaba a su labor misionera entre los otomíes, el padre provincial fray Alonso de la Veracruz realizó en 1561 un viaje a España para entrevistarse con el rey Felipe II. El historiador Pedro Galende considera que en esa ocasión "el nombre de Rada debió ser mencionado en la conversación. La eficacia de su trabajo, sus sermones, y su celo en la conversión de los nativos habrá hecho una impresión favorable en el Provincial de los agustinos".
Puede especularse que se le ofrecería el obispado de Guadalajara, en Nueva Galicia, actual estado de Jalisco, pero si Rada pensaba quedarse en su misión otomí, los planes se orientaban hacia un rumbo completamente distinto, fuera de la Nueva España.
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Pedro G. Galende, O.S.A., Apologia Pro Filipinos. Ed. Salesiana Publisher, Manila, 1980, p.36.
En línea con lo que hemos venido escribiendo, Rada fue el primer misionero español que se adentró en China, desde territorio Filipino, cumpliendo así un anhelo que la Corona española perseguía desde medio siglo antes.
Martín de Rada formó parte de una generación, posterior a la conquista de América, que en la segunda mitad del siglo XVI, enderezó su interés en la evangelización en Asia, particularmente en China y que vieron la ocupación de Filipinas como un punto de partida hacia la gran empresa de dominar el Oriente.
Nacido en Pamplona, Navarra, el 30 junio de 1533, fue enviado a los doce años a estudiar a la Universidad de París, pero regresó a su país y concluyó sus estudios en la Universidad de Salamanca. Entró a la órden de San Agustín en1554, destinado al monasterio de Toledo.
Llegó a México en 1560 e inició una interesantísima etapa en el centro del país, entre la población ÑaÑu, mejor conocida como Otomí (Hñahñu en ese idioma).
Valdría la pena abordar con más detalle esa importante obra misionera en México, que le permitió escribir una gramática o Arte de la lengua otomí, y unos Sermones en ese idioma, en una etapa en la cual el esfuerzo de evangelización no pasaba necesariamente por el conocimiento de los idiomas locales. Cronístas agustinos señalan que fue tal su capacidad que podía dialogar en otomí sobre temas religiosos a los cinco meses de haber llegado a la zona.
No se conoce el paradero actual de esos libros. Sin duda, el esfuerzo realizado se adelantó a la decisión del Capítulo de la orden agustina de 1578 de escribir vocabularios y gramáticas.
Mientras fray Martín se dedicaba a su labor misionera entre los otomíes, el padre provincial fray Alonso de la Veracruz realizó en 1561 un viaje a España para entrevistarse con el rey Felipe II. El historiador Pedro Galende considera que en esa ocasión "el nombre de Rada debió ser mencionado en la conversación. La eficacia de su trabajo, sus sermones, y su celo en la conversión de los nativos habrá hecho una impresión favorable en el Provincial de los agustinos".
Puede especularse que se le ofrecería el obispado de Guadalajara, en Nueva Galicia, actual estado de Jalisco, pero si Rada pensaba quedarse en su misión otomí, los planes se orientaban hacia un rumbo completamente distinto, fuera de la Nueva España.
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Pedro G. Galende, O.S.A., Apologia Pro Filipinos. Ed. Salesiana Publisher, Manila, 1980, p.36.
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