Dejemos la palabra azogue a los poetas. Usemos una designación más actual: mercurio, ese metal líquido que tirita en la palma de la mano de un niño, que con callada intención rompió el termómetro.
Hablemos del mercurio que dejó una herida profunda en las sierras peladas del Potosí boliviano; en Guanajuato y en Zacatecas, en la Nueva España. El elemento químico altamente tóxico era utilizado para atraer las partículas de plata y oro del mineral extraído de las minas. El momento de auge platero en Perú y en México en el siglo XVII trajo consigo enormes riquezas y un despliegue inconmensurable de pobreza en las poblaciones mineras. El mercurio quedó entonces en las venas de los mineros que rara vez rebasaban los treinta años, para morir envenenados por el metal líquido.
El método de amalgamación implicaba mezclar mercurio con los metales hechos trozo. Al calentar la mezcla, el mercurio se evapora y quedan libres los metales preciosos. Se usaba la mano esclava indígena para mezclar con los pies los ingredientes. Las bestias de carga, mulos y asnos, ya no digamos caballos, eran demasiado caros para este trabajo. El método era utilizado por las grandes compañías mineras, frente a un sistema de fundición que empleaban las pequeñas mineras.
Pues bien, toda esta triste historia de explotación humana puede ser fácilmente olvidada y ahora se intenta convertir la explotación minera de aquella época en un valuarte cultural del comercio de mercurio traído de Europa.
México, España y Eslovenia presentaron el año pasado por vez primera una candidatura tripartita para colocar en la lista del Patrimonio de la Humanidad una ruta cultural: el Camino Real Intercontinental del Mercurio y la Plata.
La propuesta fue desechada durante la reunión del Comité de Patrimonio Mundial de la UNESCO, en agosto de 2010 en Sevilla. El proyecto enlazaría a tres ciudades: Almadén (España), Idria (Eslovenia) y San Luis Potosí (México). Sin embargo, continua el interés de sus promotores.
La prensa lo ha bautizado como la ruta del azogue.
Desde los yacimentos de Almadén hasta su destino americano, el mercurio español atravesaba más de nueve mil kilómetros, en un recorrido que comprendía un viaje en carretas o mulas hasta Sevilla y luego una travesía ultramarina hata el puerto de Veracruz, para alcanzar la capital del Virreinato y otro trayecto más hasta las correspondientes minas de plata del centro norte del territorio.
Sin embargo, en México existe un rechazo al proyecto por parte de importantes grupos ambientalistas y sociales, ya que es considerado como una acción política de gobiernos locales ligados a la minería que se ejerce, todavía en pleno siglo XXI, sin la más mínima responsabilidad social.
1 comentario:
Un poco sesgada tu interpretación me parece a mi.
Hay que hablar desde el conocimiento y no desde el sentimiento por que nubla el intelecto y no permite ver más allá. Tan mineros eran los que explotaban las minas americanas como los que explotaban las españolas.
Publicar un comentario