Más sobre los ritos chinos.
¿Qué tan correcta era la crítica jesuita hacia los padres? De hecho desde 1575 los agustinos habían tenido también presencia en China, aunque con escasos resultados. El mejor producto de una visita de Martín de Rada en aquella época fue un memorial que describe la mítica Cathay de Marco Polo. Los relatos de Rada forman la base de la obra de otro agustino, Juan González Mendoza, nombrado en 1580 embajador de Felipe II ante el emperador chino, posición que nunca logró desempeñar. En 1585 González de Mendoza publicó la Historia del gran Reino de China que a principios del siglo XVIII se había traducido a varios idiomas europeos y divulgado ampliamente.
No puede ocultarse que los misioneros no jesuitas también hicieron un esfuerzo notable en entender la mentalidad china, a despecho de la acusación jesuíta de que era simples “frailes idiotas”, y ello se demuestra en las obras lingüísticas como la del padre Juan Cobo en 1593, Pieng Cheng-Cha Chen-Shua Shih-Lu, destinadas a catequizar a los chinos residentes en Manila[1]. El campo de prácticas de los misioneros filipinas eran los barrios manilenses en que comerciantes asiáticos vivían por largas temporadas en las islas. Uno de los grandes logros fue la fundación de la Universidad de Santo Tomás como obra de los dominicos.
[1] Ya hemos mencionado en este blog (abril de 2009) la obra de J. Cobo. Apología de la Verdadera Religión, edición facsimilar a cargo de F. Villarroel, Universidad de Santo Tomás, Manila 1986.
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