Hay una buena cantidad de literatura acerca del encuentro entre europeos y asiáticos en la primera etapa de globalización, del siglo XV al XVII. Las descripciones de viajeros, misioneros y comerciantes en India, China, Japón son amplias y constituyen una suerte de antropología avant la lettre de culturas desconocidas para Occidente. Esos recuentos europeos, empezando por El Millón de Marco Polo, conocido así por la cantidad de mentiras que contenía según sus contemporáneos, resumen también la visión limitada de los occidentales que llegaban a sociedades extremadamente complejas, en varios casos más refinadas que las europeas.
Del lado asiático también existen testimonios acerca de aquellos primeros europeos que se asomaban en las vastedades de Asia. La misma curiosidad por los otros y la misma intención de clasificarlos conforme a sus valores y normas de conducta arrojan interesantes recuentos que son menos conocidos en el mundo occidental. Sobre este aspecto el Centro Científico y Cultural de Macao publicó en 2007 un libro bilingüe titulado O Espelho Invertido, Imagens asiáticas dos europeus 1500-1800, a cargo de Jorge Flores, investigador del Centro.
A partir del desembarco de Vasco da Gama en Calicut, en mayo de 1498, miles de asiáticos, desde India hasta Japón observaron a aquellos atrevidos marineros. Algunas de esas observaciones sobre los faranji (término árabe que se extendió por toda Asia para designar a los europeos) quedaron escritas, con particular énfasis en su apariencia física, la vestimenta, los productos exóticos y los barcos que los transportaban.
La vocación religiosa de aquellos extranjeros era conocida en Medio Oriente e India, escenario del enfrentamiento entre el Islam y el Cristianismo, pero a esta característica determinante, unas veces tolerada y otras combatida, se agregaba la idea de que eran seres malignos, con rasgos similares a demonios, sobre todo por sus prominentes narices (ta pi ze, o narizón, se dice aún hoy con sorna a los extranjeros en China)
Un misionero jesuita en Japón, el padre Organtino, según un panfleto anticristiano.
Piratas, peces, hombres de sombrero....
Otra poderosa imagen de los europeos era su origen marino, con extrema movilidad. En los anales de la dinastía Choson de Corea, en el siglo XVI, se describe a los portugueses como "demonios del mar" (Haegui) "barbados, de cabello rizado, que pasan sus días en el fondo del mar alimentándose de pescado". La opinión de los chinos era parecida. Cristovao Vieira, sobreviviente de la misión de Tomé Pires, escribió en 1534 desde Cantón que los chinos lo comparaban con un pez "que muere en cuanto es sacado del agua o del mar". Casi un siglo y medio después, el gobernador de Cantón señalaba en 1666 que los portugueses "no tenían tierra, e incluso si la tuvieran no sabrían cómo cultivarla".
.... bien vestidos, pero no límpios.
Dos elementos de la vestimenta de los europeos llamó siempre la atención de los asiáticos: el sombrero y los pantalones abombados. Las imágenes que se recogen desde sus primeras apariciones en India, en el sur de China o en Japón muestra esa característica. No es dificil imaginar el aroma que sus cuerpos despedía, sobre todo en las zonas tórridas a las que llegaban. Su comportamiento también es notorio: beben alcohol en abundancia y carecen de modales al comer. Llevan esclavos negros. Son hombres de armas, dispuestos a hacer negocios con quien se prestara al intercambio.
Por supuesto, estas opiniones fueron cambiando con el paso del tiempo y dejaron de ser generalizaciones para convertirse en políticas claras hacia los extranjeros. Chinos y japoneses comenzaron pronto a diferenciar entre los europeos comerciantes y los misioneros; entre bárbaros y letrados; entre holandeses, portugueses y españoles. Una historia muy larga de contar.
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O Espelho Invertido, Imagens asiáticas dos europeus 1500-1800. Centro Científico e Cultural de Macau, I.P. Mnisterio de Ciencia, Tecnologia e Insino Superior.
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