José Joaquín Blanco sintetiza el momento posterior a la Conquista:
Los inmigrantes no venían por buenos motivos a las Indias ni provenían de familias educadas y bien situadas en la sociedad española. De ahí la natural plebeyez, acentuada por afeites de nuevo rico, de los blancos y luego también de los mestizos mexicanos, tan descrita por Oquendo y tan ocultada por los demás poderes: la plebe conquistadora, erigida en aristocracia, no olvidaba sus tabernas, sus juegos de cañas, sus burdeles ni puterías, sus supersticiones, su lenguaje popular ni la religión ingenua de labriego pobre que ve santos y vírgenes en todas partes, aún en los rincones más profanos de la ciudad licensiosa, sobre la que apenas se levantaban rápidamente templos y conventos, destinados en principio a la evangelización de los indios, y mas política y eficazmente utilizados posteriormente en la domesticación y evangelización de la "canalla blanca", matones, valentones, tahúres, y demás virtuosos de la truhanería y el delito que, al no hallar sitio en la corte, la iglesia y el ejército españoles, tuvieron que conquistar, prímero, y luego símplemente colarse en tierras "salvajes", "demoniacas", "bárbaras", y de cualquier modo no europeas, donde satisfacer aspiraciones y apetitos.
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José Joaquín Blanco. La literatura en la Nueva España: Conquista y Nuevo Mundo. Ed. Cal y Arena, México, 1989. P. 220.
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