A principios del siglo XVII, la sospecha y el recelo empañaban las relaciones entre los ibéricos residentes en Asia. Las administraciones de Macao y de Manila mantenían distancia a pesar de que existían intereses compartidos y la preocupación creciente por el acoso holandés e inglés a las posesiones ibéricas en Asia. Esto ocurría cuatro décadas después de que la corona de Portugal se había "unificado" en 1581 a la de Castilla en la figura del rey, pues en los hechos había una fuerte competencia por el comercio en la región y hasta en el terreno religioso.
En la lista de planes no realizados por España y Portugal en Asia, que mencioné en la entrada anterior de este blog, se puede incluir una propuesta hecha en 1619 por el obispo Diego de Aduarte ante el Consejo de Indias para desmantelar Macao.
Mapa de Macao, autor anónimo de origen portugués.
Siglo XVII
En efecto, el misionero dominico Diego de Aduarte propuso en una carta fechada el 24 de mayo de 1619 y dirigida al Consejo de Indias un mecanismo para controlar la salida de plata de la Nueva España hacia Filipinas. Aduarte recomendaba la supresión del comercio de Macao y que los comerciantes españoles pudieran negociar directamente con China y Japón. Cabe recordar que el comercio de seda china a Japón estaba en manos de los portugueses desde mediados del siglo XVI, seis décadas antes de esta propuesta. El monopolio ejercido por los portugueses de Macao resultaba intolerable para personajes como Diego de Aduarte, pues era según su parecer un obstáculo para frenar la ingente salida de plata de América a Asia. (1)
Así de simple.
Aduarte propuso que los habitantes portugueses fueran trasladados a otras ciudades de las Indias occidentales. Esto podría lograrse si la Corona española promulgara un decreto en esos términos que prohibiera a los portugueses el comercio con Japón, y los obligara a tomar otros rumbos.
Entre los argumentos para abandonar Macao, puerto ubicado en territorio chino y vecino de Cantón, Aduarte acusaba que la población de la isla eran apenas de unos 300 vecinos, pero además no poseían el territorio, sino que lo tenían en préstamo y su actititud era poco cristiana. Escribe Aduarte:
Se debe hacer así en razón de buen gobierno por convenir ansi al servicio de Dios, cuyo nombre es blasfemado de las gentes de aquel reino por razón de este pueblo, tales son las obras de sus vecinos.
porque viven como gente sin dueño, y sin freno, porque los moradores de no son sus vasallos (del Rey de España) sino de el Rey de China, y a él le tributan, y a sus mandarines están sujetos y no a otros.
Aunque Aduarte reconoce que hay un arzobispo y tres arzobispos en Macao, alega que "y ansí tiene allí su Magestad un maravedí de provecho teniendo muchos de gasto, porque si de su caja real de Malaca sustenta (se paga) a los eclesiásticos todos de él, a la honrra de la nación portuguesa, porque allí están (los habitantes de Macao) tan sujetos a los mandarines, que si no espuestas ambas rodillas (postrados de rodillas) en el suelo no les pueden hablar, ni alzar un palmo de pared (construir nada) uno de su casa sin su licencia, y otras mil infamias."
Concluye que las defensa militares de Macao son muy débiles, por la poca población del puerto.
El autor de la propuesta
Diego de Aduarte (c.1570-1636) nació en Zaragoza, España. Llegó a Asia en 1595 como miembro de la orden de predicadores, los Dominicos, con sede en Manila. Fue destinado al trabajo misioneros con los sangleyes, comerciantes chinos que rápidamente se asentaban en las inmediaciones de Manila por aquellas fechas.
Siendo un misionero joven se vió involucrado en la expedición de Camboya, auspiciada por Luís Pérez Dasmariñas, tal como lo cuenta directamente años después. Sugiero al lector ver varias entradas de este blog, diciembre de 2011. Tras esas jornadas, viajó por Asia, adonde visitó Macao, Malaca, Ceilán e India. En 1606 regresó a Filipinas y fue nombrado prior del convento dominico. En 1607 viajó a España, donde permaneció diez años tratando en la Corte asuntos de los misioneros en Asia. Viajó a México y regresó de nuevo a España, hasta que en 1628 se le encomendó el obispado de Nueva Cáceres, Filipinas.
Falleció en 1636 en Filipinas. Su Historia de la Provincia del Sancto Rosario de la Orden de Predicadores en Philippinas, Iapon y China fue publicada un año después de su muerte y múltiples ediciones posteriores fueron complementadas por otros compañeros de su orden religiosa.
Incovenientes de su propuesta
A diferencia de otras propuestas esbozadas para mejorar la administración de la Corona española en Asia, aliviar las dificultades de Filipinas, o impulsar a las misiones religiosas en toda la región, esta propuesta era radical y golpeaba al corazón mismo de la administración portuguesa en Asia. Simplemente proponía eliminar una veta comercial, monopólica y privilegiada de los portugueses en el comercio entre China y Japón.
Pero también tenía otros ángulos, en particular porque de haberse aceptado habría afectado gravamente el proselitismo religioso jesuíta en China y Japón, que por cierto pasaba momentos muy difíciles.
El análisis geoestratégico subyacente en la propuesta era atinado en reconocer la fuga de plata desde América a Asia, que se diluía en la compra de todo tipo de productos asiáticos que llegaban primeramente a Nueva España y después a Perú. Asumía el dominio chino sobre la región y proponía un monopolio comercial desde Filipinas. Si el propósito era fortalecer al comercio español peninsular, la idea natural sería desplazar al vínculo Europa Asia a través de la ruta del Cabo, aunque el autor de la propuesta no llega a ese extremo. Aduarte pretendía que Manila fuera la única vía del comercio entre Europa y Asia, pero no atiende a la complejidad del involucramiento de la Nueva España en ese intercambio.
La situación española de defensa y comercio en Asia atravesaba en esa época por uno de los peores momentos debido al acoso de los holandeses e ingleses en puestos como Malaca, Macao, Formosa, Molucas y Filipinas. Era muy difícil aceptar, y seguramente la Corte lo pensó así, dejar una plaza que sería tomada inmediatamente por los enemigos protestantes de España. Por cierto, Malaca cayó años más tarde en manos holandesas en 1641.
De manera factual, la propuesta tenía una grave omisión. Señalaba que el comercio con Japón debería realizarse desde Manila, sin mencionar que el país del Sol Naciente ya había cerrado sus puertas a los ibéricos y comenzaba a hacer negocios con los holandeses. ¿El obispo omitió esa información o simplemente calculó que la situación sería momentánea? Dos años más tarde, el 24 de junio de 1622, los holandeses atacaron Macao, pero fueron rachazados por los portugueses. Este hecho contradice el argumento de Aduarte en el sentido de que los habitantes de Macao no estaban preparados para defender su espacio privilegiado a las puertas de China.
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Carta del dominico Diego de Aduarte, AGI, Filipinas, Leg. 85, N. 34, 24 de mayo de 1619
La crónica sobre las Jornadas militares españolas en Camboya aparecen en los capítulos 46, 47 y 48 del volumen I del libro, libro segundo de la segunda parte de Historia de la Provincia del Sancto Rosario... en el que informa con bastante detalle sus impresiones de las batallas y su participación en las mismas.
1 comentario:
Tan solo para enviarle mi mas cordial enhorabuena por el magnifico trabajo y el interés de sus crónicas. Saludos Juan Carlos Rey Salgado
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