Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.

domingo, 13 de enero de 2019

El favorito de la Reina, en Acapulco

Siglos antes de que Acapulco se convirtiera en un centro de turismo, el puerto recibía personajes interesantes que procedían de varias partes del mundo, gobernadores, obispos, adminstradores y militares de renombre. Tal es el caso de don Fernando de Valenzuela, quien fue desterrado a las islas Filipinas en el siglo XVII. 

El texto que nos informa de este evento fue escrito por Tomás Oteiza Iriarte en su crónica histórica de Acapulco. Dejemos que nos lo cuente: 

"Corría el mes de octubre del año de 1678, cuando en la ciudad de Acapulco comentábase, en las tertulias que era costumbre hacer en los portales de las casas, sobre la llegada de un personaje que era todo un enigma. No era virrey, aunque la guardia que lo acompañaba pertenecía a palacio; tampoco era un gobernador de Manila, porque no traía su propia escolta como era costumbre; ni un oidor de aquella audiencia, porque no lo rodeaban los leguleyos (abogados) hablando siempre de pleitos; y sin embargo, el desconocido personaje paseaba su importancia por las playas y calles del puerto, rodeado de ayudantes, quienes lo trataban con señaladas muestras de cortesía, sólo observadas en círculos de la corte real."



Fernando de Valenzuela
Retrato hecho por Claudio Coello
(Wikipedia, dominio público)

Se trataba nada menos que de don Fernando de Valenzuela, (1636-1692) favorito de la reina de España Mariana de Austria (1639-1696). El personaje había caído en desgracia en circunstancias dramáticas para la corte española, dividida en bandos enfrentados. De un lado, don Fernando de Valenzuela, valido de la reina madre y del otro don Juan José de Austria, medio hermano del rey Carlos II o bastardo

Mariana de Austria
Retrato hecho por Diego Velázquez
 (Wikipedia, dominio público)


Ser Valido implicaba dirigir la administración de la corte y de asuntos fundamentales del reino sobre la base de la confianza del soberano, un cargo de mucho poder pero también de muchos riesgos por la cantidad de enemigos. Bastardo era el hijo nacido fuera del matrimonio, como es el caso de Juan José de Austria, sin posibilidad de ser rey pero que en muchos casos tenía poder suficiente para participar en la corte y hacer política, 

Mariana de Austria había quedado viuda de Felipe IV (1605-1665) y fue nombrada reina regente en tanto su hijo Carlos II, quien apenas tenía cuatro años a la muerte de su padre, llegara a la mayoría de edad. La reina gobernó de 1665 a 1677, primero con el apoyo de  su confesor, el padre jesuìta Juan Everardo Nithard y posteriormente con el mencionado Fernando de Valenzuela.

El rápido ascenso político de Fernando de Valenzuela dentro de la corte causó muchas fricciones con los miembros de la alta monarquía. Valenzuela era un hombre de origen medio en la monarquía, que había entrado a la corte con bajos encargos, pero que obtuvo el aprecio de Carlos II y de su madre la reina Mariana. Llegó a ser nombrado Grande de España, con la consiguiente molestia de la vieja aristocracia.

La estrecha relación de la reina Mariana con este hombre de confianza condujo a críticas e incluso fue tratado en aquella época barroca de teatros y burlas bajo la insinuación de una relación íntima con la reina. Se le llegó a llamar "el duende de palacio" y fueron tantos los bienes obtenidos en su corta carrera política que circuló un pasquín en que se dibujaba a Valenzuela con títulos y galardones y encima un rótulo: "esto se vende". Junto a él, la imagen de la reina con su mano sobre el corazón: "esta se da."

El grupo de Juan José de Austria, el bastardo, reunió fuerzas para neutralizar el poder de la reina Mariana de Austria y de su valido Fernando de Valenzuela. En enero de 1677 la situación se volvió insostenible y Valenzuela buscó refugio en el Monasterio de San Lorenzo el Real de El Escorial.  Hasta ahí llegaron hombres armados bajo el mando del duque de Medina Sidonia, quienes forzaron el lugar el 17 de enero de 1677.  Se había violado un lugar santo y eso provocó la reacción de la iglesia. El prisionero quedó en manos del Nuncio Apostólico (el representante del Papa) Sabo Millini. 

Sin embargo, en febrero de 1678 el Nuncio tomó una determinación drástica, pues condenó a Valenzuela al destierro por diez años en Filipinas y anuló los honores acumulados por el antiguo valido, además de la confiscación de los bienes. El golpe de mano anulaba así el dominio de la reina y consolidaba a Carlos II como el soberano con el apoyo de la alta aristocracia.

Carlos II reinó hasta su muerte en 1700. Al no tener descendencia, la dinastía Habsburgo llegó a su término en España. Esa crisis monárquica en España generó un conflicto europeo de grandes proporciones, la Guerra de Sucesión (1701-1713).



Carlos II "El hechizado" (c.1685)
Retrato hecho por Juan Carreño de Miranda
(Wikipedia, dominio públic)

El exilio a Filipinas

Excepto la muerte, difícilmente se puede pensar en un castigo tan grande para un noble español como el exilio en la colonia más alejada de la metrópoli. Fue una derrota política en un momento de grave crisis de la monarquía. El tono de la época, debemos insistir, estaba marcado por el arte barroco y no es casual que los grandes autores y artístas que aún resuenan en la base del idioma y la cultura española eran los protagonistas de ese momento histórico. Al respecto, Octavio Paz dice:
"El teatro fue una de las grandes pasiones del siglo XVII español. Don Fernando de Valenzuela, el Duende de palacio, durante los primeros tiempos de la regencia de Mariana de Austria, organizaba representaciones teatrales a las que asistían las personas reales. Ésta fue una de las tretas con las que conquistó el favor de la regente. Valenzuela era el director de escena y se encargaba también de los decorados y el vestuario; su hábil ayudante era el conde de Galve, subsidrector de escena."
El doctor Miguel Luque Talaban ha reconstruido el recorrido del notable prisionero de España a Filipinas con base en documentación existente en España, México y Filipinas. Llegó al castillo de San Juan de Ulúa, Veracruz, donde estuvo preso del 15 de octubre de 1678 al 20 de febrero de 1679, "día en el que fue conducido a Acapulco, embarcado por último el 31 de marzo para su destino final a bordo del galeón San Antonio."

Llegó a Filipinas el 31 de julio de 1679, donde quedó recluido en una prisión de madera hecha para ese propósito en el fuerte de San Felipe de Cavite.  Se le dió un trato de riguroso aislamiento.  El Gobernador era Juan de Vargas Hurtado, quien tenía sufientes problemas para controlar a los grupos de poder local, representados por los comerciantes, los dueños españoles de la tierra y los misioneros, se hizo cargo de hacer cumplir la condena de Valenzuela.

En julio de 1682 el rey Carlos II levantó parcialmente el aislamiento de Valenzuela y se le permitió escribir, tener correspondencia y caminar acompañado de sus criados. Es interesante observar, como lo hace Luque Talaban, que el personaje en desgracia utilizó sus habilidades para escribir poesía e incluso un memorial para el rey, pidiendo clemencia ante su situación. 

Quedó escrito un poema con el lamento de Valenzuela. Endechas que compuso en el puerto de Acapulco, donde se embarcó para pasar a Manila, lugar de su destierro. Probablemente fueron escrita en febrero o marzo de 1679. Aquí un fragmento:

"Si mi mal no permite
dar tregua al tormento,
remedio es el callar;
que no tienen los males mas remedio.
Yo soy..., pero ¿qué digo?
Yo fui...,¡qué mal me acuerdo!
Yo he de ser...,¡mal discurrro!
Y puesto donde ignoro, ¿qué pretendo?
Otros dirán qué soy,
y alcanzaré por ellos
de lástima la dicha,
que no pudo alcanzar el valimento.
Despojado de cuanto
fue dádiva del tiempo
me vide en un instante,
ejecutando en mí justos decretos.
Por grande me envidiaron;
¡qué dictámen tan necio!
¡Como si el ser yo grande
fuera a hacer a los otros más pequeños.


Pasado el tiempo que calma los ánimos, Valenzuela, por intercesión de los amigos logró que en 1689 le fuera levantada la pena y pudiera volver a España; pero no bien había desembarcado en Acapulco, le fue denegado el permiso, obligándolo a permanecer en el puerto.   Nuevas gestiones le permitieron pasar a México con la condescendecia de su viejo amigo el virrey conde Galve. 

Fueron tres años en que se dedicó a la cría de caballos y quizás disfrutó su libertad en un exilio más apacible. Hemos escrito en este blog acerca de aquella época al referirnos a la historia del Parián, "un mercado oriental" en el corazón de la ciudad de México. Valenzuela tenía esta vez un amigo protector, el propio virrey conde de Galve, con quien había promovido el teatro español en otras épocas. Había escasez de alimentos, corrupción y arte. Vivían en aquel lugar entre otros grandes personajes Sor Juana Inés de la Cruz y Don Carlos de Sigüenza y Góngora. ¿Los habrá conocido?

No es muy clara la razón de su muerte el 7 de enero de 1692 en la Ciudad de México. La caída de un caballo que estaba domando o la coz del animal. Su muerte política había llegado años antes.
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Tomás Oteiza Iriarte,  Acapulco, la Ciudad de las Náos de Oriente y de las Sirenas Modernas, México: Edición del Autor, 1965, pp. 161-162.

Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz o Las rampas de la Fe. México: Fondo de Cultura Económica, tercera edición, 1985, p.351.

Miguel Luque Talaban, La inconstante fortuna de Fernando de Valenzuela y Enciso. Su destierro en las islas Filipinas y los últimos años en la ciudad de México (1678-1692), Archivo Agustiniano, Vol. 95, No.213,  2011, pp. 213-244.

Juan J. Delgado, La Historia General Sacro-Profana, Política y Natural de las Islas del Poniente llamadas Filipinas. Biblioteca Histórica Filipina, p.276.

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