Fue un acierto el diseño y la realización de la exposición inaugurada el 12 de julio en el Museo Nacional de Historia de Chapultepec, en la que se comparan los desarrollos de los principales reinos americanos, Perú y México. A mi manera de ver, lo más destacado es que se ofrece al público una perspectiva que rebasa el estudio de lo nacional, estrictamente limitado por las fronteras actuales.
Los poderosos antecedentes indígenas fueron fundamentales en la formación y desarrollo durante la dominación española, con sus propias particularidades en la Nueva España y en Perú, pero expresaron procesos paralelos muy similares que se desarrollaron a partir del siglo XVI en ese amplísimo espacio geográfico y poblacional que va desde el árido norte del actual México hasta los Andes en el sur del continente.
Son miradas compartidas por nuestras actuales sociedades, herederas de aquellos reinos, con sus rituales, fiestas y mitotes, incluso con las formas de representación política que siguen siendo dominantes.
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