Una invitación para conocer la historia del Galeón de Manila, su cultura y su impacto en Filipinas y en América.

lunes, 25 de marzo de 2019

Medicina Filipina

Esta breve entrada es más modesta que el título que lleva. Es la referencia a El Libro de Medicinas Caseras de Fr. Blas de la Madre de Dios, publicado en Manila en 1611. Sin embargo, el tema es muy vasto porque permite observar la riqueza del conocimiento farmacológico en esta región de Asia  en aquella época.  Es un testimonio también de las influencias que este cuerpo de saberes recibió de otras culturas, sobre todo la china y para sorpresa de algunos también de las culturas americanas.

El libro de fray Blas de la Madre de Dios fue publicado originalmente en 1611 pero reeditado hasta 1992 por Francisco Guerra y María del Carmen Sánchez (Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica del Instituto de Cooperación Iberoamericana y el patrocinio de la Comisión Nacional del V Centenario).

El autor nació en Lisboa alrededor de 1555 y muy joven fue enviado a la India con la posibilidad de ser comerciante. En 1581 estaba en el puerto de Malaca donde dejó el comercio y se integró a la Provincia franciscana de San Gregorio Magno. En 1585 se trasladó a Manila, donde su congregación religiosa mantenía un hospital dedicado a la atención de los indígenas. Su aprendizaje de la lengua tagala y su dedicación religiosa le permitió compilar gran cantidad de información sobre los conocimientos médicos y prácticas filipinas que incluye en su libro. Falleció en Manila el 7 de septiembre de 1626.



El libro de Medicinas Caseras de Fr. Blas de la Madre de Dios, Manila 1611.

Escriben los editores modernos que "(...) el valor singular que representa este primer herbario misionero de Filipinas, no radica sólo en la actividad farmacológica de las drogas que menciona, ni en la creencia doctrinaria de la patología humoral, sino en haber recogido el sistema terapéutico de una medicina tradicional que reunía elementos antropológicos característicos de la cultura filipina."

El libro muestra un amplio conocimiento de saberes prácticos, útiles para el contexto en que los medicamentos y remedios sirven para curar o mejorar la condición del paciente. "(...)  el cuerpo enfermo se cura a sí mismo como una reacción fisiológica natural al proceso de la vida; pero, es bien sabido que cada horizonte cultural establece en su evolución lo que es salud y lo que debe ser considerado como enfermedad." En las comunidades indígenas filipinas "el estado de enfermedad estaba determinado por creencias mágicas acerca de su origen y tratamiento, y a lo largo de siglos habían adoptado normas para la atención de los enfermos y agentes curativos cuya actividad sobrenatural estaba profundamente arraigada entre ellos, independientemente de su acción farmacológica."

Algunos antecedentes

La ocupación de las Filipinas por los españoles se dió casi un siglo después de la conquista de México y Perú. En este caso, por la historia personal de Fray Blas de la Madre de Dios, debe mencionarse también el legado del despliegue portugués en Asia desde el siglo XVI. Es decir, en este compilador de los conocimientos médicos de los filipinos debemos hacer referencia a dos tradiciones europeas paralelas que "observan" al mundo indígena de las islas con los filtros de otras culturas. Es clave que en el lado portugués existiera el ímpetu por recopilar información sobre medicinas y especias comerciales, tal como fue Tomé Pires  (1465?-1524) "apotecario" (farmacéutico) del príncipe Afonso de Portugal y comisionado en Malaca entre 1512 y 1515. El resultado fue un libro, Summa Oriental, que permaneció en la oscuridad hasta el siglo XIX y que contiene detallada información sobre el comercio de todo tipo de productos, así como sobre los puertos y los pueblos del Sudeste de Asia.

Otro texto fundamental que recopila información desde la India es Coloquios dos Simples e Drogas da India (Goa 1563) por Garcia de Orta (1501?-1568), un portugués de origen judío. Lo novedoso del libro de Orta es que discute con una visión científica euroasiática de aquella época la importancia de los medicamentos. Su obra tuvo cierta difusión en los medios europeos, sobre todo cuando fue traducida al latín por Carolius Clusius en 1567. Desgraciadamente, el origen judío del Orta oscureció la difusión de su obra y por cierto fue juzgado por la Inquisición después de su muerte.

Otro compilador de los conocimientos médicos asiáticos fue Cristóbal Acosta o Cristovão da Costa (c.1525-1594), quien publicó en Burgos en 1578 su Tractado de las Drogas y Medicinas de las Indias Orientales, en idioma español. Esta obra toma partes del libro de García Orta y tuvo mayor difusión. También fue traducido al latín, el idioma de los universitarios europeos.



Descripción de la piña, en el Tractado de Acosta, 1578
(wikipedia, public domain)


La herencia portuguesa en el conocimiento de Asia es poco reconocida en la actualidad, como si en en el siglo XVI y XVII no hubiera habido contacto con el mundo hispánico, lo cual es absurdo. El libro de Fray Blas de la Madre de Dios prueba la circulación de conocimientos, aún con la dificultad de las distancias y que la información fluía en el seno de pequeñas élites.

Del lado del Pacífico, es inevitable citar la existencia del Códice De la Cruz-Badiano, que es una obra mayor de recopilación del conocimiento farmacológico de las plantas de América usadas por los aztecas.  El códice fue escrito por el médico indígena Martín de la Cruz, nacido en Tlatelolco y que probablemente fue traducido del náhuatl al español por Juan Badiano, estudiante indígena del Colegio franciscano de Santa Cruz de Tlatelolco. El códice tiene fecha de 1553 y pasó por varios acervos europeos hasta que en 1990 fue devuelto por el Vaticano a México. Lo menciono aquí porque representa tanto el amplio conocimiento de los pueblos sobre la herbolaria y sus efectos, como por el interés de los misioneros por recobrar tales conocimiento. A ese celo diríamos científico se adhiere el trabajo realizado por los misioneros que como Fray Blas de la Madre de Dios hizo en Filipinas. Resalta que en 1672 se publicara en Querétaro, México, el Tesoro de Medicinas atribuido a Gegorio López, que es una mezcla de información europea y mexicana.

Otras publicaciones

Pero, centrándonos en la idea de la medicina local filipina y las publicaciones hechas durante el período hispano, los editores de la obra de Fray Blas de la Madre de Dios reconocen que los médicos y cirujanos formados en la tradición europea supieron reconocer el valor de los conocimientos locales, porque atendían a los pacientes tanto criollos como indígenas en condiciones locales. A esto le llaman medicina misionera.
Algunos de estos conocimientos eran en ciertos casos simples apuntes que se iban acumulando en los hospitales para resolver los casos concretos de las enfermedades de esos lugares. Estas obras fueron publicadas décadas y hasta siglos después de que fueron escritas y sobre todo utilizadas en Filipinas.  Aquí la lista elaborada por Francisco Guerra y María del Carmen Sánchez:
Se tiene conocimiento del libro de Fray José de Valencia (c.1610-1669) lego franciscano, quien escribió Flora Filipina: en la que con minuciosidad se describen las raíces y yerbas, sus figuras, sitios donde se crían y sus virtudes medicinales. No llegó a publicarse. 
El jesuíta Francisco Ignacio Alcina (1609-1674) escribió la Historia Natural del sitio, fertilidad y calidad de las Islas e Indios de Bisayas, concluída en 1668, con dos capítulos dedicados a plantas medicinales y aromáticas.
El agustino Ignacio de Mercado (1648-1698) escribió en 1685 Libro de Medicinas de esta tierra y declaracones de las virtudes de los árboles y plantas que están éstas Islas Filipinas.  Sin embargo fue publicado hasta 1837 y 1845 como parte de una gran publicación del padre Francisco Maniel Blanco (1778-1845) bajo el título Flora de Filipinas, según el sistema sexual de Linneo, en el último cuarto del siglo XIX.  El valor de esta obra se acrecienta por la participación de varios artistas, 12 filipinos y 5 españoles, que ilustraron esta obra. Recientemente ha sido publicada nuevamente en Manila, como obra de colección, por el grupo editorial Vibal.
George Joseph Kamel (1661-1706), jesuita, escribió Herbarum Aliarumque stirpium in insula Luzone, Philippinarum primaria, nascentium. Partes de esta obra llegaron a la Royal Society de Londres que las incluyó en Philosophical Transactions en 1699 y en el tomo III de Historia Plantarum de John Ray en1704.
El jesuita Pablo Clain o Paulus Klein (c.1670-1717) publicó en Manila en 1712 Remedios fáciles, para diferentes enfermedades, en donde se incluyen numerosos nombres indígenas de remedios filipinos.
El jesuita Juan José Delgado (1697-1755) "incluyó mucha información medicinal" en su libro Historia general sacro-profana, política y natural de las Islas del Poniente llamadas Filipinas. Esta obra también tardó en publicarse hasta el final del siglo XIX.
El agustino Alejandro Cacho (c. 1675-1745) escribió Medicina de árboles y yerbas, sobre la flora filipina de las provincias de Nueva Ecija y Nueva Vizcaya.
Otro agustino, Antonio Mozo (1720-1794) incluye información sobre botánica medicinal de las Filipinas en su Noticia histórico-natural de los gloriosos triunfos de la Orden de San Agustin en las Islas Filipinas, impresa en Madrid en 1763.
El agustino Juan de Viso (c. 1720-1750) escribió un Tratado sobre los Arboles y hierbas índicas y Filipinas.
Hipólito Casiano Gómez (1655-1726), agustino misionero en la isla de Cagayancillo escribió Tratado de Medicina Casera en lengua panayana.
El dominico Fernando de Santa María (1704-c. 1770) fue el autor del Manual de Medicinas caseras para consuelo de los pobre Indios, impreso en Manila en 1768. Esta obra fue muy popular y contó hasta seis reimpresiones. Contiene una lista de drogas filipinas de la zona de Manila.
El dominico Juan Belby o Belvis escribió hacia 1798 unos Apuntes relativos a las Plantas Filipinas, que no fueron publicados.
Los agustinos Julio Saldaña (1835-c.1910) y Mauricio Ferrero (1844-c.1910) publicaron en Iloilo sendos tratados de Medicina Casera a fines del siglo XIX, en lengua bisaya.
Como se puede observar, el largo arco de tiempo en que se realizaron las observaciones de la naturaleza filipina y de los conocimientos locales, transitaron diferentes concepciones de la medicina desde la concepción humoral (dominante en el Medioevo europeo) hasta llegar a la visión naturalista ilustrada del siglo XIX.  Filipinas fue una fuente fértil de observación y conocimiento que debe ser reconocida en la actualidad.

Seguiremos con este tema en las próximas entradas del blog.

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