La primera expedición comandada por Alvaro de Mendaña en 1567-69 dio como resultado el descubrimiento de un grupo de islas en Melanesia, conocidas como islas Salomón. El propósito del viaje era descubrir un supuesto continente austral que comunicaba América con Asia por la parte sur.
El piloto de la expedición, Pedro Sarmiento de Gamboa, trazó la ruta inicial hacia el sur oeste, a la altura de los 16 º latitud sur, donde recorrieron 800 leguas marítimas, aproximadamente 4,500 kilómetros, sin localizar ninguna tierra. Por ello decidieron cambiar de rumbo y dirigirse en zigzag, primero hacia el noroeste y luego al suroeste, a fin de cubrir un área mayor. Subraya Rafael Bernal la determinación de Sarmiento de Gamboa:
¨Sus conocimiento geográficos sobre esta zona eran, seguramente, los mismos que sirvieron a Abraham Ortelius para su famoso mapa de 1570, publicado en Amberes en el Theatrum Orbis Terrarum, en el cual se ve que el continente austral se extiende desde la Tierra del Fuego que forma parte de él, hasta la costa norte de Nueva Guinea, un poco al sur del ecuador. Si Mendaña y Sarmiento buscaban ese continente, no tenían más que navegar hacia el sur para dar con él, de acuerdo con Ortelius, quien, en esto, copia a Mercator. Pero navegaron, como lo hicieron, en zigzag al norte y al sur, perdían el tiempo, precioso en esas empresas, ya que al norte no esperaban encontrar nada.¨
En un mes de exploraciones, se dieron cuenta de que estaban en medio de un archipiélago y reconocieron y bautizaron las islas de Ramos, Galera, Buena Vista, Florida, San Dimas, San Germán, Guadalupe, Sesarga, Gudalcanal y San Jorge. Muchas de ellas conservan sus nombres y se hicieron famosas en el mundo durante la guerra del Pacífico. Dado que las tierras halladas no eran el continente austral, las bautizaron con el nombre del segundo de los mitos, el del oro del templo de Jersualén y les pusieron islas del Rey Salomón.
En enero de 1569, más de un año después de su partida del Perú, llegaron con enfermedades y hambre al puerto de Santiago en las costas de Colima, en la Nueva España. En el informe oficial traslucía el desánimo, pues ¨...en estas descubiertas no hubo muestras de especiería, ni de oro ni de plata, ni de otra mercadería ni aprovechamiento y la gente era toda desnuda¨.
Al cabo de los siglos es posible evaluar esta empresa de manera distinta, ya que en realidad se hizo la primera descripción de una de las áreas más amplias del planeta, se descubrió Melanesia y dos nuevas posibilidades de navegación por el sur del Pacífico.
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Rafael Bernal, pp. 242-243
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